Cuando se trata de fortalecer el sistema inmunológico, la salud intestinal es un factor muy importante, ya que el intestino es la puerta de entrada de la inmunidad. Así, para tener un sistema inmune que trabaje adecuadamente es necesario fortalecer el revestimiento intestinal y mejorar la salud del microbioma intestinal.
Esto se debe a que entre ambos existe una estrecha relación, pues las alteraciones en el delicado equilibrio del ecosistema del intestino, como la disbiosis (un desequilibrio entre bacterias malas y buenas), pueden crear desafíos para el sistema inmunológico.
Una forma de tener un intestino saludable y, por consecuencia, un sistema inmunológico resistente, es consumir nutrientes estratégicos que, aunque no se les suele vincular con la inmunidad, al ayudar a mejorar la salud del sistema digestivo también ayudan a fortalecer las defensas del cuerpo. Algunos de estos nutrientes son los siguientes.
Parte de la construcción de un revestimiento intestinal fuerte implica tener el tipo correcto de bacterias, es decir, las llamadas “bacterias buenas” (bacterias probióticas), además de un equilibrio en la microbiota intestinal. Las bacterias probióticas ayudan a mantener el sistema inmunológico bajo control, así que no sobreactúa.
Por ello, procura incluir probióticos en tu alimentación al consumir yogur o kéfir, o mediante suplementos.
Son fibras no digeribles que se convierten en alimento para la microbiota intestinal; además, ayudan a mantener la salud de las células del colon gracias a que propician la producción de ácido butírico, que puede controlar la inflamación en el cuerpo.
Las fuentes principales de prebióticos son alimentos como: ajo, cebolla, alcachofas, plátano, miel, trigo, avena, soya, legumbres, espárragos y poro.
El zinc es un mineral esencial, necesario para una serie de procesos importantes en el cuerpo, incluida la creación de moléculas de anticuerpos, que son una de las formas importantes en que el organismo se defiende contra las infecciones.
El zinc se encuentra en alimentos como: gérmen de trigo, piñón, semillas de calabaza, almendras, avellanas, avena, cereales integrales, cacao, leguminosas, huevo, hígado, carne de res, cerdo y pollo, ostras, almejas y mariscos en general.
Es un nutriente clave para la salud intestinal, ya que cumple varias funciones, incluida la capacidad de ayudar a la microbiota intestinal como prebiótico. También aumenta los efectos de la vitamina C, lo cual ayuda al organismo a aliviar la inflamación. Y finalmente, se encarga de llevar zinc antiviral natural a las células, donde puede contribuir a mitigar la replicación viral.
La quercetina está presente en alimentos como: alcaparras, brócoli, cebolla morada, cítricos y en la planta de diente de león, de la cual se pueden consumir las hojas, flores y tallos, ya sea crudos o cocidos, mientras que la raíz seca se usa para preparar infusiones.
Son un tipo de nutrientes clave que poseen un efecto inmunomodulador, es decir, ayudan a mejorar la función de los anticuerpos, lo cual es esencial para combatir los virus.
Además de suplementos, estos nutrientes se encuentran en algunos tipos de hongos, como los champiñones, hongo portobello y setas; cereales como cebada, avena, centeno, maíz y arroz; así como en las algas marinas.
Esta vitamina regula más de 200 genes y desempeña un papel fundamental en el apoyo a la permeabilidad intestinal saludable, así como a un sistema inmunológico receptivo y bien coordinado.
Se encuentra en algunos alimentos como: salmón, aceite de hígado de bacalao y hongos. Pero la principal fuente para obtener vitamina D es la exposición a los rayos solares, por eso es importante que diariamente tomes un baño de sol a una hora en la que sea seguro (desde el amanecer hasta las 11:00 horas y de las 16:00 horas en adelante).
Y si no quieres salir de tu casa para tomar el sol, aprovecha el patio o jardín, la azotea, un balcón o la ventana, pues basta con exponerte al sol durante 15 a 30 minutos, al menos cada tercer día.
Este nutriente que tiene un nombre casi impronunciable es el antioxidante más poderoso que se encuentra en el té verde. El matcha orgánico es una gran forma de consumirlo.
Este bioflavonoide es muy compatible con un microbioma intestinal saludable, la desintoxicación del hígado y puede reducir la inflamación. Al igual que la quercetina, ayuda a llevar el zinc hacia las células.
Además del consumo de estos nutrientes, para mantener un sistema inmunológico fuerte y un organismo saludable los expertos recomiendan mantener una alimentación balanceada, hacer algo de ejercicio diariamente, realizar actividades relajantes para aliviar el estrés y dormir de 6 a 7 horas por noche.
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