Los adultos no son los únicos que sienten mucho estrés en estos días. Debido a la disminución del contacto social, los cambios en las rutinas y la ansiedad de los padres, los niños también están estresados y con ansiedad.
De hecho, actualmente, entre el 19% y el 22% de los niños de 6 a 12 años informaron tener ansiedad, según un estudio publicado en la Revista Internacional de Investigación Ambiental y Salud Pública, en agosto del año pasado. Normalmente, menos del 7% de los niños de esta edad tienen ansiedad.
No dejes que esto te preocupe aún más. Independientemente de su edad, puedes ayudar a tu hijo a identificar y afrontar el estrés y la ansiedad. Pero lo primero es lo primero: cuídate. "Si un niño ve que sus padres están estresados, eso se le contagiará", comenta Wilfred van Gorp, experto nacional en neuropsicología y expresidente de la Academia Estadounidense de Neuropsicología Clínica. Es una buena práctica recordar esto al tratar de ayudarlos, de modo que no permitas que, sin querer, tu propio estrés los afecte.
Ya sea que veas a un profesional, te unas a un grupo de apoyo o utilices prácticas de cuidado personal, es tu decisión. Una vez que te encuentres en un buen lugar, intenta seguir estos consejos para ayudar a tu hijo.
Señales de que se encuentra estresado: Ten en cuenta cualquier cosa diferente en el comportamiento normal de tu hijo. Por ejemplo, “los niños de primaria que se sienten abrumados a menudo tienen problemas de comportamiento y pueden meterse en problemas en la escuela o en el hogar”, informa la psicóloga Nekeshia Hammond, PsyD. Además, su rendimiento escolar puede decaer o pueden tener dificultades sociales.
Cómo ayudar: Algunas cosas diferentes pueden funcionar según la personalidad de tu hijo y su
edad. Las siguientes son algunas opciones que puedes poner en práctica.
Señales de que están estresados: Las calificaciones bajas y no querer ir a la escuela también pueden indicar estrés en los niños de secundaria. En esta edad también pueden meterse en peleas, comer mucho más o mucho menos, desconectarse de sus amigos, experimentar cambios en los patrones de sueño y estar muy irritables o incluso ser agresivos. También es bueno estar atento a cualquier conversación o señal de que quiere hacerse daño a sí mismo o a otros.
Cómo ayudar: Los preadolescentes pueden tener una conversación más fluida y son capaces de expresar con claridad sus emociones, pero también pueden ser más difíciles porque si te conviertes en un padre sobreprotector, eso sólo puede aumentar su estrés. Así que ten en cuenta sus acciones y reacciones.
Señales de que se encuentran estresados: Los estudiantes de preparatoria a veces tienden a expresar el estrés de la misma manera que los de secundaria. Sin embargo, los signos de estrés individuales de tu hijo pueden cambiar a medida que crecen, así que estate atento a cualquier cambio.
Cómo ayudar: A algunos adolescentes les va mejor con un enfoque de no intervención. Otros pueden necesitar un suave empujón. A continuación, se muestran algunas opciones:
Si nada de esto funciona, independientemente de la edad de tu hijo, busquen la ayuda de un terapeuta, psicólogo o psiquiatra que se especialice en trabajar con el grupo de edad correspondiente al de tu hijo.
Además, asegúrate de que tanto tú como tu hijo se relacionen bien con el terapeuta y se lleven bien con él. Es posible que deban probar con algunos profesionales antes de encontrar el adecuado. No te rindas.
La forma en que menciones esto a tu hijo depende de su edad. Para los niños más pequeños, Van Gorp sugiere decir algo como: “Vamos a ver a la doctora Mariana, sobre cómo vamos a manejar mejor (alguna situación). Vamos a hablar con ella y ella nos ayudará a ti y a mí a trabajar en eso".
Para los preadolescentes y adolescentes, menciona cómo tú también te reunirás con el profesional para aprender a lidiar con la situación, y que también pueden tener sesiones conjuntas (contigo y con cualquier otro miembro de la familia, si corresponde).
“La mayoría de los niños, especialmente los adolescentes, aceptan mejor la terapia si sienten que todos participan juntos”, explica Hammond. “Expresa que toda la familia está trabajando en esto, que estás ahí para apoyarlos y que él no es el problema”.
Otras veces, con los adolescentes, Van Gorp indica que puedes darles a elegir. Decirles algo como: “Esto ha sido muy difícil y estresante para ti. Podría ayudar hablar con alguien sobre eso. ¿Estarías abierto a eso? Creo que sería útil, pero no te obligaré a ir".
Si tu hijo se resiste, no lo obligues ni presiones. En cambio, Van Gorp sugiere un enfoque paradójico, algo como, “¿Sabes?, lo pensé y probablemente tengas razón. Probablemente no ayude, y tal vez incluso empeore las cosas. No pensemos más en eso". Esto a menudo hará que quieran probar la terapia, explica. Y después de tres o cuatro sesiones con el terapeuta adecuado para ellos, la mayoría de los niños se dan cuenta de que no es tan malo como pensaban, finaliza Hammond.
Una gran manera de aliviar el estrés es practicar actividades que disfruten junto con ellos y mantenerlos activos; de esta manera, podrán canalizar su estrés y convertirlo en energía, lo que les permitirá ser más abiertos sobre sus sentimientos y explorar sus emociones mientras inculcan hábitos saludables en su rutina.
Fitbit cuenta con diferentes opciones con los que tus hijos pueden sentirse identificados según su estilo de vida y edad. Como el monitoreo y gestión de estrés, disponible en Fitbit Sense; la motivación, inspiración y personalización de Fitbit Versa 3; o las novedosas funciones de Fitbit Charge 4, que es la pulsera ideal para visualizar el camino hacia los objetivos. Sin dejar de lado la divertida autonomía y control de Fitbit Ace 3 para los más pequeños.
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