El oxígeno es un elemento esencial para el funcionamiento de las células. Tanto así, que el ser humano puede sobrevivir hasta 40 días sin ingerir alimento y hasta 3 sin beber agua, pero bastan sólo unos minutos sin respirar para que sobrevenga la muerte.
Respirar es algo que haces todo el tiempo de manera inconsciente. Es lo que te mantiene vivo.
Pero si empiezas a hacerlo de forma consciente y profunda, este acto tan vital como sencillo puede ayudar a mejorar tu salud física y mental. Descubre los beneficios que tiene la respiración profunda y aprende a ponerla en práctica.
1. Mantiene saludable el sistema respiratorio. Sí, aunque suene obvio, respirar profundo contribuye a liberar la tensión en el diafragma y en los músculos primarios del sistema respiratorio. Esto ayuda a prevenir problemas respiratorios como el asma y la disnea. Al mismo tiempo, permite que la espalda tenga una postura más relajada.
2. Calma el sistema nervioso. La respiración profunda activa el sistema nervioso parasimpático, lo cual propicia un estado de relajación, ya que funciona de manera opuesta al sistema nervioso simpático, que estimula las respuestas de lucha o huida propias del estrés, el miedo y el enojo.
3. Fortalece el sistema linfático. Este sistema es el encargado de liberar las toxinas que generan los distintos procesos del organismo. Para hacerlo necesita de la gravedad, el movimiento muscular y la respiración, que juega un papel importante en la protección del cuerpo contra amenazas como bacterias y virus.
4. Libera la tensión muscular. Las emociones y sensaciones como estrés, nerviosismo, miedo, incomodidad y enojo provocan que la respiración se vuelva superficial y los tejidos musculares se contraigan. La respiración profunda ayuda a liberar esto, para volver a la calma y contrarrestar la tensión en los músculos.
5. Mejora el sistema cardiovascular. La respiración diafragmática profunda aumenta la circulación de sangre al corazón, el hígado, el cerebro y los órganos reproductivos. También reduce el ritmo cardiaco y regula la presión arterial. Esto contribuye a prevenir ataques cardiacos y a tener mayores probabilidades de sobrevivir a ellos.
6. Estimula la función intestinal. Uno de los beneficios de una respiración más profunda es el aumento del flujo sanguíneo en el tracto digestivo, lo cual mejora la digestión, además de que alivia el síndrome del intestino irritable y también el estreñimiento.
7. Beneficia a la mente. La respiración profunda relaja la mente, incrementa la creatividad y mejora la capacidad de aprender, concentrarse y memorizar. También alivia el estrés, la ansiedad, la depresión y los patrones de pensamiento negativo. Además, el cerebro requiere una gran cantidad de oxígeno para funcionar; al respirar profundo obtiene la cantidad que necesita, y esto ayuda a tener claridad y ser más productivo.
8. Tiene un efecto espiritual. La respiración es una parte fundamental de disciplinas como el yoga y la meditación, pues contribuye a encontrar la paz interior y a alcanzar estados de conciencia más elevados.
Al nacer y durante los primeros años de vida, la respiración es profunda y se realiza de manera correcta. Basta observar a un recién nacido para ver cómo todo su cuerpo está en sintonía con la respiración, pues su espalda, vientre y caja torácica se mueven al unísono.
Al crecer, esto cambia y la respiración se vuelve superficial. La mayoría de las personas no utiliza toda la capacidad del sistema respiratorio, sino sólo alrededor del 30%. Además, deja de ser un proceso conjunto, y mientras la mayoría se vuelven respiradores de pecho, otros son respiradores de vientre.
En el aspecto emocional, se considera que quienes respiran en la parte superior del pecho son personas que piensan todo demasiado. Esto puede deberse a que buscan protegerse de resultar heridos en las diferentes relaciones que entablan a lo largo de la vida.
Por otro lado, se considera que el respirador de vientre es alguien que está conectado con la voluntad y el poder personal, que tiende a estar más anclado, presente y en contacto con su cuerpo.
Para aprender a respirar desde el vientre y de manera profunda, puedes realizar este ejercicio. Recuéstate en el suelo en Savasana o postura del cadáver, es decir, bocarriba, con las piernas extendidas y ligeramente separadas, con los talones pegados al piso y las puntas de los pies hacia fuera. Pon los brazos relajados a los lados, ligeramente separados del cuerpo y con las palmas hacia arriba.
Para empezar, inhala y exhala por la nariz, y nota cómo se eleva y baja el vientre cuando el aire entra y sale. Repite varias veces, siente la respiración en tu vientre y haz una breve pausa entre cada respiración.
Si se te dificulta sentir la respiración en el abdomen, coloca encima de él un libro pesado, un zafu o una bolsa llena con arena, arroz o cualquier grano o semilla que tengas en casa. Pon tus manos encima, empuja suavemente y mantén la presión mientras inhalas y exhalas.
Así, con la práctica continua, vas a lograr realizar respiraciones profundas desde el vientre, para reeducar a tu sistema respiratorio para hacerlo siempre de esta manera y obtener todos los beneficios mencionados.