En México, la población de mujeres reclusas es mucho menor a la de hombres. De los más de 400 centro penitenciarios que hay en nuestro país, sólamente 10 son exclusivos para mujeres. Sin embargo, durante los últimos 10 años la cantidad de mujeres privadas de su libertad ha aumentado en un 170%, poniendo en evidencia que toda la estructura y los programas de los Centros de Readaptación Social en México están pensados y planeados por hombres y para hombres.
Lo anterior se vuelve mucho más relevante cuando se trata de los hijos de las mujeres que viven en las cárceles que, según datos del Instituto Nacional de las Mujeres, son cerca de mil 500. Las reclusas tienen derecho a que sus hijos vivan junto con ellas hasta los 6 años de edad, cuando los niños deben abandonar la prisión y pasar a ser custodiados por algún familiar o por el Estado en caso de que no haya nadie que pueda hacerse cargo de ellos. No obstante, este derecho, tanto de las madres como de los niños, se ve vulnerado por distintos motivos.
En primer lugar, los centros penitenciarios, pensados para ser habitados exclusivamente por varones, no cuentan con la infraestructura necesaria para que vivan niños en ellos. No existen áreas donde los niños puedan recrearse, estudiar e incluso dormir ya que se ven obligados a compartir la misma cama individual con sus madres. Muchas de las mujeres se debaten entre tener a sus hijos con ellas, como es su derecho, o permitir que sean criados por alguien más para no condenarlos a una vida de encierro, incomodidades y carencias. Por ejemplo, hay reportes de que dentro de las prisiones existe un mercado negro de ¡leche en polvo!, ya que es un alimento no permitido.
Por otro lado, cuando los niños se ven forzados a abandonar la prisión después de los 6 años, es muy difícil reinsertarlos a la sociedad pues existe un gran estigma en torno a ellos. Muchos no completan sus estudios y pueden llegar a terminar en situación de calle u optar por la delincuencia. Hasta ahora, los esfuerzos del Estado para encargarse de esta particular población infantil han sido insuficientes, lo que pone en riesgo el futuro de cientos de niños.
Por fortuna existen intistuciones como Reinserta o Funfai que trabajan para proporcionar atención, cuidados y educación a los niños y niñas cuyas madres, por estar en prisión, no pueden cuidar. Si quieres involucrarte y apoyar esta problemática, ambas organizaciones aceptan voluntarios y donaciones.
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