Independientemente de nuestras creencias religiosas, la temporada navideña nos brinda una oportunidad para reunirnos con quienes amamos. Es como si al final del año se abriera un paréntesis que nos permite ir más allá del “estoy muy ocupado” y cambiarlo por un “estoy aquí para ti”. Sin embargo, hay un pequeño detalle: generalmente estas reuniones están centradas alrededor de los regalos, ya sea como intercambio o en alguna otra modalidad. Entonces el argumento empieza a complicarse, porque aunque nuestro corazón realmente esté ahí para una multitud de personas, nuestro bolsillo con frecuencia no puede pagar regalos suntuosos para cada una de ellas. Esto puede traducirse en aislamiento, la sensación de “no ser lo suficientemente bueno” y la insatisfacción que lleva la tendencia a evaluarnos únicamente como consumidores. Afortunadamente, hay cosas que podemos hacer al respecto:
1. Cambia de paradigma
Quizá siempre has vivido la Navidad de la misma manera, es decir, alrededor de los regalos y las cosas materiales, pero el verdadero espíritu de la temporada tiene que ver con abrir nuestro corazón a otros y ser generosos.
2. Reflexiona con respecto a la generosidad
La generosidad con frencuencia va de la mano, al menos en nuestra imaginación, con la abundancia. Es decir, sólo si tienes de sobra das algo. Este es el enfoque erróneo, pero es sumamente comprensible, porque deriva de una creencia de carencia en la que como no tenemos no podemos dar. La cuestión es que en realidad somos más que los objetos que poseemos, y en ese sentido tenemos mucho que dar a los demás. Elabora una lista de cosas que tienes para dar, puede ser tiempo, conocimiento, compañía, etcétera.
3. Realiza intercambios
Supongamos que siempre haces con tus amigas un intercambio de bufandas, pero este año su presupuesto está un poco ajustado. Una buena opción es tomar aquellas cosas en buen estado que ya no nos ponemos y organizar un intercambio de ropa u otros objetos con nuestras amistades. Esto brinda una segunda vida a objetos que de otra forma estarían guardados y haciéndose viejos, así como también la oportunidad de reconocer todo lo que tenemos y nuestra capacidad de dar.
4. Regala manualidades
No importa si es una tarjeta hecha a mano, un poema de tu propia autoría, un arreglo de plantas o jitomates plantados en tu huerto. En realidad, el regalo es un gesto de aprecio y tomarte el tiempo de crear algo único para quien amas es suficiente.
5. Regala tiempo
Como mencionamos al principio de este artículo, generalmente vamos por la vida demasiado ocupados y agobiados. A veces lo que más quieren nuestros seres queridos es simplemente pasar tiempo con nosotros, para compartir compañía, confesiones, consejos, bromas y demás. Quizá no tengas tanto dinero como te gustaría pero, ¿tienes tiempo? Entonces ese es el mejor regalo que puedes dar.
Puede que los valores de nuestra sociedad materialista nos hagan sentir lo contrario, pero para regalar no es necesario comprar. Sólo necesitamos darnos cuenta de todo lo que tenemos para compartir y luego dárselo a nuestros seres queridos.