Comer es uno de los placeres más grandes de la vida. Y el ritual comienza desde que compras los alimentos en el mercado y escoges perfectamente cada verdura para que esté lo más fresca posible. Pues aún cuando no puedes ir tú directamente a cosechar estos alimentos, ya conoces el truco para siempre elegir los mejores.
El problema viene unos días después, cuando al ser alimentos orgánicos y libres de conservadores, tienden a echarse a perder mucho más rápido; además de que existen alimentos de alto riesgo que deben prepararse, cocinarse y almacenarse de manera segura para no enfermarte.
Las bacterias que intoxican los alimentos pueden crecer y multiplicarse más fácil en unos que en otros. Por ejemplo, los postres a base de leche, como las natillas y el pastel de queso, deben guardarse en el refrigerador hasta que estén listos para comer, pues al estar a temperatura ambiente es más fácil que se descompongan rápidamente.
El arroz y la pasta, que a menudo son los favoritos en las comidas, pueden contener bacterias que sobreviven al proceso de cocción. Las sobras deben enfriarse rápidamente y guardarse en el refrigerador en un recipiente hermético, para consumirse en 3 a 4 días como máximo.
Los huevos se comen para el desayuno, el almuerzo o la cena y la mayoría de las personas dan por sentado que son seguros, pero las cáscaras de huevo pueden contaminarse con salmonella en el exterior. Si usas huevos en tus comidas, asegúrate de que estén limpios, especialmente en platos como carne tártara, salsas y aderezos que contengan huevos crudos o ligeramente cocidos.
Los mariscos, crudos o cocidos, deben consumirse inmediatamente después de la preparación y las sobras se deben tapar y guardar en el refrigerador para comer al día siguiente, ni un día más, pues pueden causar graves infecciones estomacales, ya que tienden a descomponerse rápidamente.
Las carnes y aves crudas contienen bacterias dañinas, por lo que deben manipularse y cocinarse correctamente para destruir los microorganismos y evitar que se propaguen a los demás alimentos. El pollo debe ser cortado y manipulado en un área que no contamine otros alimentos. De preferencia debes tener una tabla de cortar especial para las carnes, en la que no piques otros alimentos como frutas y verduras, además, el cuchillo con el que cortes la carne no debe ser utilizado en más alimentos hasta que sea lavado.
Recuerda, si algo no te da confianza, es mejor tirarlo. No vale la pena correr el riesgo de enfermarte o enfermar a tu familia. Y lo ideal es comprar sólo las cantidades de alimentos que realmente vas a consumir para evitar el desperdicio.
Con información de: Betterhealth
Fotografía de portada: Unsplash