Todas las personas en esta vida nacen con un propósito. Puede ser que éste cambie con los años, pero lo cierto es que en la vida uno viene a hacer algo. ¿Alguna vez te has puesto a pensar por qué te despiertas todos los días? ¿O por qué elegiste ese trabajo, escuela o familia? Puede ser que en principio no lo identifiques, pero si reflexionas un poco más, te darás cuenta de que todo tiene un porqué.
Tu propósito no es algo que tienes que inventar; está dentro de ti, sólo hace falta que lo descubras. Pregúntate lo siguiente: ¿qué es lo que amas hacer? y ¿qué se te da con facilidad?
Por supuesto, eso no quiere decir que todo será fácil. Es como todo en esta vida: requiere práctica para que puedas desarrollar ese talento. Una vez que descubres eso, entonces puedes enfocarte en practicar, aprender, empaparte del tema y buscar mejorar en cada momento.
Tú eres diferente a la persona que se sienta al lado de ti; esto quiere decir que tienes cualidades especiales para mostrar al mundo. Puede ser inspirar y empoderar a las demás personas, ayudar, o cualquier otra que se te ocurra. Así que enfócate en eso y decide mostrarlas a cada paso que des.
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Todo lo que tienes que hacer es decidir a dónde quieres ir y aclarar tu visión, luego fijar tu destino a través del establecimiento de metas, afirmaciones y visualización; después, comenzar a tomar las acciones que te llevarán en la dirección correcta.
Una vez que tengas claro lo que quieres y mantengas tu mente constantemente enfocada en ello, el cómo aparecerá por sí solo, a veces justo cuando lo necesitas y nunca un momento antes.
Naciste con una guía interna que te dice cuando estás en curso o fuera de curso por la cantidad de alegría que experimentas. Las cosas que te traen la mayor alegría están alineadas con tu propósito y te llevarán a donde quieres ir.
El propósito de la vida no es ser feliz. Es ser útil, ser honorable, ser compasivo, hacer que marque la diferencia que hayas vivido y vivido bien.
(Ralph Waldo Emerson)