El sexismo en las oficinas funcionó durante muchos años como una cuota que las mujeres que deseaban independencia económica y una vida profesional debían pagar por "infiltrarse" en espacios masculinos. Por fortuna, nuestra sociedad está cambiando hacia un modelo de relaciones laborales e interpersonales mucho más justo y equitativo para todas y todos. El reciente escándalo de Harvey Weinstein, uno de los productores más poderosos de Hollywood, acusado de acoso y violencia sexual por decenas de actrices, que culminó con su expulsión de la Academia del Óscar y un proceso penal en su contra, es una prueba de que la cultura laboral machista puede cambiar.
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El sexismo ha dejado de ser algo "normal" y las mujeres por primera vez están alzando la voz y combatiéndolo, en lugar de asumirlo como algo inevitable. Tú también puedes ser parte de este cambio de paradigma. He aquí cuatro situaciones laborales en donde se manifiesta el sexismo y cómo puedes enfrentarlas.
Situación 1: El compañero de trabajo que considera a las mujeres sus asistentes
Se trata del típico compañero de trabajo que se encuentra en un puesto del mismo rango que el tuyo y, sin embargo, cree que eres su secretaria; te pide que saques copias, redactes los informes, le pases llamadas e incluso que vayas por el café, como si tu trabajo fuera hacerle más sencillo el suyo. Este tipo de hombres están acostumbrados a que las mujeres a su alrededor les sirvan y muy probablemente ni siquiera se dé cuenta de su conducta, para él es de lo más "normal".
Cómo enfrentarlo: La próxima vez que te pida algo que no te corresponde, responde amablemente que estás muy ocupada en ese momento haciendo tu trabajo y que ojalá hubiera alguien a quien le pagaran por hacer lo que te está pidiendo. Entenderá el mensaje.
Situación 2: El compañero que interrumpe
Estás en una junta importante tratando de explicar o de proponer algo y de pronto algún colega empieza a hablar cada vez más alto, hasta que logra que todos le presten atención a él y tú tengas que guardar silencio. Este tipo de personajes no soportan que los reflectores estén sobre alguien más (menos si se trata de una mujer) y harán todo lo posible por "robar" la atención hacia sus ideas y opiniones.
Cómo enfrentarlo: No lo interrumpas de vuelta aunque te sientas tentada a hacerlo, déjalo terminar educadamente y recupera la atención con una frase elegante que haga que el resto note su descortesía. Prueba algo como: "Gracias, Fulanito, ¿podemos seguir discutiendo mi idea ahora que te has desahogado?".
Situación 3: El compañero que intenta "ligarte"
Este tipo de personajes son los más molestos y los que más pesado hacen el ambiente laboral; andan por la oficina sintiéndose irresistibles y coqueteando con todo el mundo, como si estuvieran en un bar de solteros. Son insistentes, patanes y algunos, incluso, verdaderos acosadores que pasan de invitarte a salir a los roces "accidentales", las miradas incómodas y los acorralamientos en los pasillos.
Cómo enfrentarlo: Debes ser clara y rotunda: "No me interesa salir contigo y me pone incómoda la manera en la que te diriges a mí, mantengamos nuestra relación en lo estrictamente laboral". Si vuelve a insistir, es momento de hablar con algún supervisor y/o hacer una denuncia pública.
Situación 4: El compañero que hace bromas misóginas y/o homófobas "por convivir"
Nunca falta el colega que intenta hacerse el simpático sacando el repertorio de chistes malos sobre las suegras, las hormonas femeninas o los homosexuales. Y no sólo eso; cuando los cuenta en tu presencia y nota tu enfado, no es capaz de ahorrarse el comentario: "No te ofendas, es sólo una broma; ¿Estás en tus días?". Este pobre está desesperado por aprobación masculina y no lo sabe, pero tú puedes darle una pista.
Cómo enfrentarlo: En este tipo de situaciones lo mejor es ser absolutamente sincera. Tienes dos opciones: puedes hacerlo desde el sarcasmo y decirle algo como "No estoy en mis días; cuando estoy en mis días hago lo que sea por un poco de atención, ¿no estarás tú en tus días?" u optar por apelar a su empatía: "No me parecen graciosas tus bromas porque perpetúan ideas y actitudes que me han hecho y me siguen haciendo daño", o una mezcla de ambas.
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