Es fácil dejarse llevar por la rutina: despiertas a toda velocidad, vas a trabajar, inviertes de 2 a 4 horas diarias en traslados; entre tanto ajetreo, el tiempo libre se reduce tanto como el descanso físico y mental.
Así pueden pasar muchos días y muchos años, y a lo mejor concluyes que no hay nada qué hacer, que esta rutina es “normal” y forma parte del sacrificio necesario para crecer profesionalmente. Pero, sorpresa: ¡es falso… y tu cuerpo lo sabe! Lo manifiesta en cansancio, tensión, insomnio, gastritis, entre tantos otros padecimientos atacables con un cambio de hábitos.
Seamos realistas, nadie pasa el 100% de su jornada laboral atendiendo los pendientes, de hecho, es indispensable tener momentos para relajar la mente y recargar energía. Pero, ¿cómo los usas? Seguro has dicho más de una vez que con tanto trabajo no puedes ni salir a comer a pesar de que, por ejemplo, sí lo interrumpes para revisar tus redes sociales. La reflexión a la que te invito es a imaginar cómo aprovechar mejor el tiempo que sí trabajas y también aquellas horas que destinas a distraerte.
Aquí hay tres tips para empezar a crear un mayor balance, sin descuidar tu productividad.
Al final, todo pasa por el autoconocimiento. Detectar cuál es tu mejor hora para despertar, qué alimentos te gustan y además son buenos para ti, en qué ambiente te concentras más, la música que te anima y los hobbies que te apasionan, entre tantos otros detalles. Los días y la vida son un instante, irrepetible, maravilloso. ¿Qué tal si haces algunos cambios para pasarlos con más gozo y menos presión? Hoy mismo puedes empezar.
NAMASTE