La semana pasada revisamos el concepto de karma para la filosofía yogui: una carga energética que condiciona nuestra existencia, una especie de respuesta acumulativa a nuestras acciones, pensamientos y emociones. Si bien es cierto que su influencia en nuestros patrones mentales es decisiva, también es importante saber que no se trata de algo inalterable. ¡No es una piedra que tengas que arrastrar por siempre! El secreto para trabajarlo se llama dharma.
Primero, es importante entender que el plano en el que transcurre nuestro día a día está lleno de ilusiones: formas, expectativas y presiones que nos hacen creer que “debemos” ser de cierta manera para encajar en la sociedad, avanzar económicamente, ser apreciados o disfrutar de la vida. La reflexión que nos permite avanzar hacia la práctica del dharma es que el más auténtico gozo se encuentra en nuestro interior, sólo ahí lo encontraremos.
Hay un antiguo proverbio que dice: “Si quieres saber lo que hiciste en el pasado, obsérvate ahora; si quieres saber cómo será tu futuro, obsérvate ahora”. El dharma es una poderosa forma de conectar con el presente, con cada instante, para evolucionar espiritualmente. Aunque suena abstracto y elevado, lo cierto es que empezar a vivir con dharma es más concreto de lo que crees; a continuación, te comparto tres principios para aplicarlos cotidianamente. Para hacerlo más fácil, cada uno viene acompañado de una pregunta; el reto es responderlas honestamente.
1. Elige lo correcto. Cuando tomas una decisión, al hablar sobre otra persona, mientras piensas en un conocido o planeas algo para ti… siempre puedes hacer conciencia, escucharte y sentirte. Si alguien más leyera tu mente, ¿te gustaría lo que ahí habita? La acción correcta es uno de los principios de la ley del karma, es la oportunidad que nos permite modificar los patrones que ha establecido nuestra carga energética del pasado hacia un mejor futuro.
2. No te victimices. Cuando te sucede algo “malo”, es fácil pensar que se trata de un castigo que mereces… así simplificamos el problema, como si el karma se rigiera por la lógica de la escuelita. Las crisis, pérdidas y dificultades son también una coyuntura para evolucionar. Ante la adversidad pregúntate: ¿qué puedes aprender para ser más fuerte y consciente a partir de esa experiencia? De hecho, en algunos textos yoguis se afirma que esos episodios limpian el karma negativo.
3. Encuentra tu sentido. Si la dicha auténtica radica en tu interior y no en el mundo de las ilusiones exteriores, no hay forma de llegar a ella sin descubrir quién eres, cuál es tu misión, qué te hace sentir felicidad y realización. Contestar a estas preguntas es un proceso continuo, que dura toda la vida. La congruencia entre lo que haces, dices y piensas será tu mejor aliada para avanzar en el camino. A fin de cuentas se trata de saber: ¿eres quien dices ser?
NAMASTE.