Los beneficios de la meditación son convenientes para tu salud emocional y física, pero no siempre es fácil sentarse y olvidar la rutina de todos los días en la que a veces, la calma ni se asoma.
Afortunadamente, hay una alternativa para obtener la experiencia meditativa sin tener que sentarte en silencio: mientras caminas. Antonia Malchik, autora de A Walking Life, explora los increíbles beneficios de caminar para la salud mental, física y emocional y comparte cómo incorporar la práctica en la vida diaria. En su libro, explica cómo una meditación mientras caminas puede funcionarte y por qué es esencial no dejar de moverte cuando pasas mucho tiempo sentado.
La meditación a menudo se aconseja, o incluso se prescribe, como una opción para reducir el estrés, para dejar de sentir presión, para aumentar la paciencia y la concentración, para mejorar la salud, para formar buenos hábitos alimenticios y relaciones sólidas. Ya sea una terapia o no, la meditación ha demostrado sus beneficios para muchos aspectos de la vida.
La investigación sobre el daño de pasar mucho tiempo sentado es extensa. James Levine, autor del libro Get Up!, dijo que "sentarse es el nuevo hábito de fumar", pues "por cada hora que pasas sentado, 2 horas de tu vida se van". Sus conclusiones y su libro se basan en más de 3 décadas de investigación sobre los efectos perjudiciales para la salud, entre los que nombra daños en la circulación y la presión arterial, así como obesidad, problemas de creatividad, depresión clínica, estrés y aumento de los niveles de colesterol.
Uno de los hallazgos más relevantes de Levine es la aparición de la tristeza, porque la falta de movimiento hace que este sentimiento se despierte. Debido a que la tristeza y la depresión que la acompaña conducen a la anhedonia (la falta de ganas de hacer cualquier cosa, en particular moverse o ejercitarse), el cerebro se adapta a esta falta de actividad. "La silla", escribió, "es el hogar inevitable de los tristes. La silla se convierte en el santuario de los depresivos".
Levine escribe que "el movimiento no es sólo la esencia de la vida; es el ritmo que define nuestras diferentes etapas". El cuerpo y la mente evolucionaron para moverse. Se piensa también con los pies, se resuelven problemas al caminar, se camina para llegar a un acuerdo, y para superar una depresión.
Si mantenerse sentado es tan perjudicial para el cuerpo, ¿qué tan beneficioso es para el empleado de oficina que viaja diariamente después de un largo día, sentarse a meditar por otros 10 a 30 minutos para aclarar su mente? Si caminas todos los días con intención y conciencia, incluso durante 30 minutos, calmas el alma y sanas tu mente y tu corazón.
Caminar como una práctica espiritual refleja un lugar físico en la evolución. Hacerlo por largos períodos tranquiliza la mente, redirige las ideas, afloja los patrones de pensamiento solidificados y evita que medites en lugares oscuros. Te brinda equilibrio, lo cual te permite emerger en una nueva relación con la gravedad y el planeta y las complejidades giratorias de la existencia.
Lo único que necesitas hacer es comenzar a caminar y despacio y enfocar tu atención únicamente en ese momento. Saca de tu mente las precocupaciones, los pendientes y todo aquello que te inquiete. Concéntrate en tu andar y en tu respiración. Mientras avanzas, sé consciente de cada paso que das: siente el movimiento de tus piernas, la participación de tu cadera en él, la manera en que tus pies tocan el piso, el movimiento de tus brazos cuando caminas y hasta la sensación en tus manos. Siente el aire en tu cara y vuelve a enfocarte en tu respiración.
Después, lleva tu atención consciente a los tobillos y a cómo se mueven tus articulaciones. También siente tus pantorrillas, tus rodillas, los muslos y demás músculos, huesos y articulaciones que participan en cada movimiento que realizas para caminar. Repite este ejercicio un par de veces más y hazlo cada vez con mayor atención a todos tus movimientos y sensaciones. Luego, vuelve poco a poco de tu meditación a hacer consciente el mundo a tu alrededor y empieza a mover poco a poco el resto de tu cuerpo, sacúdete y estírate para soltar tus músculos, como si despertaras de un sueño.
Procura realizar esta meditación en un lugar seguro, como un parque, donde no debas cruzar calles ni haya nada que te distraiga ni te ponga en riesgo mientras vas concentrado en tu práctica meditativa.