La conciencia de la impermanencia y la apreciación de tu potencial humano te dará un sentido de urgencia que debes utilizar en cada momento precioso.

Dalái Lama

A veces quisieras que algo dure para siempre: una relación, una persona, una situación. Pero la realidad es que todo se termina. Los días vienen y van, los momentos pasan, tu vida está en constante cambio. Nada dura para siempre.

Pensar en la impermanencia de las cosas no es algo que se hace comúnmente, porque en muchas ocasiones se da todo por hecho. Crees que lo que tienes ahorita lo tendrás mañana y no te pones a pensar lo rápido que eso podría cambiar.

Considerar que en algún momento pasarás por la pérdida de algo o alguien no tiene que convertirse en una experiencia negativa. Es mucho mejor hacerlo, porque entonces podrás enfrentar mejor las situaciones y aceptar que nada es permanente. Y además, podrás agradecer cada día y vivirlo plenamente.

Tampoco se trata de caer en lo negativo. Cuando te das cuenta de que ni lo positivo ni lo negativo duran, podrás tener una perspectiva más equilibrada de las situaciones. Todo lo verás como un regalo, no como situaciones estresantes e inevitables.

En un estudio de 2006 se examinó la forma en que las tradiciones budistas y las ideologías occidentales modernas podían combinarse para lograr el equilibrio mental. Este deseado equilibrio mental se basa en la idea de la impermanencia, un concepto budista fundamental.

Vivir con estados mentales equilibrados que se fundan en la impermanencia contrarresta los ciclos negativos de rumiación que hacen sufrir a muchas personas.

Es una de las razones por las que las ideas budistas se han abierto camino en la cultura occidental: todas las personas buscan vivir con una mente tranquila y relajada.

Por mucho tiempo se ha dicho que los eventos externos no son los que dictan cómo te sientes. Este es un concepto muy utilizado por los estoicos, quienes decían que lo único que puedes controlar es tu respuesta ante las diversas situaciones.

La felicidad verdadera está dentro de ti y puede ser cultivada con meditación y otras actividades, como un diario de gratitud, enfocarse en las cosas buenas y agradecer por todo lo que tienes.

En tiempos difíciles, las personas suelen ser infelices porque han perdido algunas de las cosas externas a las que están apegadas. En algunos casos, incluso la mera amenaza de perder un elemento externo es suficiente para despertar emociones negativas. Esto te enseña que tener apegos a las cosas y las personas no es nada sano.

Cada día, antes de dormir, pon en práctica escribir cinco cosas por las cuales agradeces, ya sea situaciones, personas o cosas que llegaron a tu vida. Reconoce que no estarán ahí por siempre, pero agradece su presencia en estos momentos.

Sentir el dolor de la impermanencia y la pérdida puede ser un recordatorio profundamente hermoso de lo que significa existir.

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