Este 10 de mayo se celebra el Día de Buda en diversos países de Asia, donde el budismo es una de las religiones prinicpales, y en numerosos otros países de todo el mundo donde las enseñanzas del Buda se han afincado. La festividad es conocida como Vesak (o Wesak) y hace referencia al nombre sánscrito del mes del calendario lunisolar que suele ser correspondiente a abril o mayo de nuestro calendario. La celebración ocurre siempre en la luna llena de Vesak.
El Vesak celebra el cumpleaños, iluminación y muerte de Buda, todos en una, ya que, según diferentes leyendas, estos eventos habrían ocurrido en una luna llena. La luna llena, que en diversas culturas marca el momento de máxima energía dentro del ciclo lunar, en el budismo es el símbolo de la iluminación, como puede observarse en el mandala clásico de la rueda de la vida, donde el Buda, habiendo salido de la rueda del sufrimiento del samsara, apunta a la Luna.
La celebración se lleva a cabo desde 1950, fecha en la que la Asociación Mundial Budista oficializó la festividad. La celebración es predominantemente de la corriente theravada o budismo antiguo que predomina en países del sur de Asia, pero también tiene cierta difusión entre los grupos mahayana y vajrayana. Los practicantes del dharma celebran esta fecha reuniéndose con su sangha (o familia espiritual), realizando meditaciones colectivas, tomando refugio en las tres joyas (el Buda, el Dharma y la Sangha), haciendo ofrendas (como pueden ser flores, velas y mandalas) y generalmente evitando comer carne. Se hace un especial esfuerzo para mantener los cinco preceptos y se considera auspicioso liberar a seres este día, como pueden ser insectos, aves y demás. Esto mismo puede hacerse de manera simbólica, liberándose de pensamientos tóxicos, malos hábitos, etc. El énfasis yace en la práctica de la compasión.
La tradición budista sostiene que Siddartha Gautama (o Shakyamuni) es uno de los primeros budas de una serie de budas que encarnarán en este mundo. El budismo tiene una perspectiva cósmica sumamente vasta y por lo tanto, de acuerdo con su visión, existen innumerables momentos en el tiempo en los que diversos seres habitan mundos en los cuales no hay dharma, por lo cual somos realmene afortunados de vivir en una época, aunque en cierta forma decadente, en la que tenemos acceso a las enseñanzas budistas.
Más allá de todo esto, la esencia de celebrar al Buda es practicar el dharma. Antes de morir, según narra el Mahāparinibbāna Sutta, el Buda dijo: "Monjes, esto les declaro: Todas las cosas condicionadas están sujetas a la desintegración --busquen incesantemente su liberación". Aquí se encierra, como en un diamante, buena parte de su doctrina. Puesto que todas las cosas son impermanentes y están sujetas a la muerte, al cambio y al envejecimiento, aferrarse a ellas produce siempre sufrimiento. Esta es la primera noble verdad. Existe el sufrimiento y su causa es la ignorancia: este vano buscar la satisfacción en cosas que son impermanentes. La lógica es impecable: si depositamos nuestra felicidad en cosas que están condenadas a desintegrarse y nos apegamos a ellas, estamos destinados a sufrir. Y mientras sigamos haciendo esto, seguiremos ciclando existencia tras existencia en el samsara. La libertad es la sabiduría: darnos cuenta de que todas las cosas no sólo son imperamentes sino que son interpendientes y, por lo tanto, ni siquiera nuestra propia personalidad o yo individual tienen una existencia inherente e independiente. De aquí nace la compasión, que será el método fundamental para la iluminación en el budismo mahayana.
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