El Buen Fin es un mecanismo que se creó en el 2011 para reactivar nuestra economía. Su objetivo era incentivar el consumo interno, evitar el cierre de muchos negocios y frenar el desempleo. Los descuentos y las promociones ayudaban a los comercios a generar flujo de ingresos, al banco a incentivar el consumo vía crédito y a las personas a eliminar la sensación de carencia por la cual atravesaban en ese momento. Así que si tú eres de los que les urge que llegue el tan esperado Buen Fin, detente a pensar un momento en cuáles son tus motivos para esos 4 días y si en verdad estarás ahorrando en lo que compras o únicamente estarás gastando de más.
Cuando escuchamos palabras y frases como “¡Oferta!”, “¡Aprovecha!”, “¡Sólo por el Buen Fin!”, inmediatamente nuestra mente nos incita a comprar, estamos más dispuestos a endeudarnos por adquirir bienes o servicios, se activa nuestro estado de carencia, ya que pensamos que después no podremos comprarlo. Tal parece que el hecho de comprarlo en estas fechas nos da una sensación de logro y que verdaderamente estamos ahorrando. Pero…
¡Espera!, ¡ahorrar no significa comprar más barato! Ahorrar es reservar una cantidad de dinero y depositarla en una cuenta para un fin específico como el enganche de un auto o una casa; de otra manera sólo estarás teniendo más dinero para gastar en otras cosas, y tal vez serán cosas que ni siquiera necesitas.
Ahorrar significaría que si compras algo durante el Buen Fin que a precio regular cuesta $5,000 y que tú pagaste en $3,500, entonces tendrías que reservar $1,500 en el banco para que fuera un verdadero ahorro, o comprometerte a depositar en el banco $125 mensuales por 12 meses si lo pagaste a 12 meses sin intereses. ¿Conoces a alguien que haga esto? ¡Claro que no! ¡Nadie lo hace! ¿Ahora entiendes la diferencia y puedes ver que no existe un ahorro verdadero? ¡Lo único que verás es cómo tu gasto se expande!
Esto no significa que debamos quedarnos en casa bajo llave. Lo más importante es que tú sepas cuáles son los motivos que te mueven a gastar en este Buen Fin.
Aquí te dejo tres conceptos de compra que te ayudarán a definirte:
1. Compras de calidad de vida. Son compras que realmente mejorarán tu vida y que no tienen nada que ver con el precio o la marca que pagas, sino con la calidad, durabilidad o experiencia que buscas. Reafirman tu sentimiento de bienestar y prosperidad. Ejemplo: unos muy buenos zapatos, unas vacaciones inolvidables.
2. Compras de oportunidad. Son aquellas que haces en función de actualizar la eficiencia y mejora de algo que ya tienes o que necesita ser reemplazado. Reafirman tu sentimiento de prosperidad. Ejemplo: actualizar el refrigerador, cambiar de plan de telefonía.
3. Compras de estilo de vida. Son compras emocionales no indispensables, pero que haces porque necesitas cubrir tu necesidad de pertenecer a un determinado grupo social. Seguro tienes algo de muy buena marca que compraste porque estaba a muy buen precio, pero que está guardado en tu clóset porque ni te queda bien, o qué decir del gym al que te inscribiste porque estaba en promoción, pero no has ido en todo el año.
Ten cuidado con este tipo de compras, opta por las que realmente incrementarán tu calidad de vida; ahí está la verdadera clave de cualquier compra, y si en realidad te das cuenta que no puedes resistirte, seguramente es porque al comprar estás saciando un vacío emocional. Así que es un buen momento para que trabajes en ello.
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Ahora que ya sabes estos conceptos, haz una lista de lo que desearías comprar y define cuánto dinero puedes destinarle. A partir de ahí prioriza y utiliza responsablemente tu capacidad de crédito, lleva un buen plan de pagos para incrementar tu confianza y relación con el crédito.
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