Desde la década de 1960, Michael O’Neill ha fotografiado a los políticos, artistas y deportistas más conocidos. La fama le llegó cargada de trabajo, sesiones que ocupaban 12 o 14 horas de su día a día. Ese agitado ritmo resultó en una lesión nerviosa que, según su doctor, le impediría volver a disparar su cámara.
Fue entonces que el yoga se le presentó como una opción para sanar su sistema nervioso, bajar la velocidad a su vida para poderla apreciar y descubrir un mundo milenario en el que el tiempo transcurre a otro ritmo y las prioridades se encuentran lejos del glamur neoyorquino al que estaba acostumbrado.
Ahí empezó un viaje que evolucionó de lo personal a lo documental: durante 10 años se dedicó a fotografiar a los grandes maestros de yoga, desde los Himalayas hasta California. Las estrellas del yoga occidental y los sabios que han encontrado la plenitud en renunciar al mundo material desde un aislado paraje en la India posaron para su lente.
Primero fue un libro publicado en 2015 por Taschen y ahora es un documental disponible en Netflix, en el cual podemos descubrir las claves filosóficas del yoga y su base como disciplina espiritual. Es un llamado al despertar de la conciencia para cambiar nuestro enfoque ante el privilegio y significado de la existencia, del ser. Y esa es una gran razón para verlo.
Si te encanta el yoga y ya estás familiarizado con su historia y principios, este documental te hará recordar por qué elegiste a esta práctica como parte de tu evolución. Pero si no eres yogui, te lo recomiendo al doble, porque es una forma sencilla de saber de qué se trata y, además, quedarte con un mensaje que sirve para la vida, hagas yoga o no. Es inspiración garantizada.
Finalmente, la fotografía es impresionante. Los paisajes, las posturas y cada locación te transportan al instante a un lugar especial. Así que ya sabes: este fin cuando no sepas qué poner en Netflix, dale una oportunidad a Yoga, arquitectura de la paz.