La luna es una presencia poderosa para la vida en la Tierra: hace cambiar las mareas del océano, modifica el comportamiento de algunos animales, se cree que afecta también la energía humana y, sin duda, crea un ritmo para toda la vida en el planeta.
No sólo es maravilloso verla brillar, sino que su presencia en el cielo servía a las culturas antiguas para crear sus calendarios, llevar un control de las temporadas de siembra y cosecha, para definir los ciclos de fertilidad y determinar distintas celebraciones y eventos.
La luna llena de septiembre es la última del verano, ocurre cerca de la llegada del equinoccio de otoño y se llama luna de la cosecha o luna de maíz, debido al nombre que le dieron las antiguas tribus norteamericanas, pues en esta época daba inicio la temporada de cosecha de diversos cultivos, entre los que destacaba el maíz.
En algunas regiones del continente europeo, esta luna también era conocida como la luna de la fruta o de la cebada, igualmente en relación con la temporada de maduración y cosecha de estos productos agrícolas.
Según El Almanaque del Granjero Viejo esta luna llena sale casi a la misma hora, poco después de la puesta de sol, durante varias noches seguidas, por lo que los agricultores podían tener algunas horas extra de luz para continuar con sus cosechas por la noche y así tenerlas listas en menos tiempo.
Por otro lado, en algunas culturas orientales, la luna llena que precede al inicio del otoño es conocida como la luna del fantasma hambriento. Este nombre se debe a que el séptimo mes del calendario lunar chino (correspondiente a septiembre en el calendario gregoriano) es conocido como “el mes de los espíritus”.
De acuerdo con las creencias orientales, durante este mes se abren y se cierran las puertas del inframundo, de modo que los espíritus de los que se han ido aprovechan para visitar el mundo terrenal.
Así, en regiones como Taiwán se acostumbra honrar a estos visitantes del más allá con comida y obsequios en abundancia como pescado, carne, frutas, flores frescas, vino, dinero, etcétera, mismos que se colocan en las puertas de las casas o en los templos; a cambio, los espíritus agradecerán a sus benefactores con prosperidad y abundancia.
El evento se realiza en todo Taiwán y recibe el nombre de Festival de Chung Yuan Pu tu, cuyas costumbres y tradiciones guardan ciertas semejanzas con la festividad mexicana del Día de Muertos.
El significado simbólico de esta luna es el de la abundancia, pues es momento de cosechar los frutos de lo que has sembrado. Es también un buen momento para hacer un recuento de todo lo bueno que hay en tu vida, de lo que hasta ahora has aprendido y logrado, y agradecer por ello.
Es también una época propicia para compartir esa cosecha y esa abundancia; pero no se trata de compartir sólo las cosas materiales sino también la alegría, el amor y la gratitud.
Así que puedes aprovechar la luna llena de la cosecha para realizar un ritual y una meditación de gratitud a la naturaleza y a la vida. Lo ideal es que lo realices al aire libre, bajo el resplandor lunar, pero si eso no es posible, estar cerca de una ventana o incluso establecer una intención en un espacio interior funcionará.
Para realizar el ritual, sigue estos pasos:
- Colócate en un sitio tranquilo, libre de interrupciones, y asume una posición cómoda, ya sea sentado en el piso o en una silla.
- Enciende un incienso o un difusor de aceites esenciales, con el aroma que prefieras y que te inspire para el ritual y la meditación que vas a realizar. Si lo deseas, también puedes poner un poco de música relajante, sonidos de la naturaleza o mantras.
- Conecta con los cuatro elementos de la naturaleza: agua, aire, tierra y fuego, así como con cualquier ángel, ser superior o guía espiritual que sientas que respaldará positivamente tu ritual, con la intención de compartir los beneficios del mismo con todos los seres.
- Realiza una pequeña ofrenda que haga alusión a los elementos de la naturaleza: una vela encendida para el fuego, un recipiente con agua, piedras que representan la tierra y hojas o pétalos caídos que simbolicen el viento.
- Si tienes la figura de algún ser superior o piedras y cristales, también puedes agregarlos. Coloca estos elementos frente a ti, ya sea en una mesita o en el piso, sobre una manta, como tu intuición te indique y ofrécelos a la Luna y a la Tierra. Ese pequeño altar es un agradecimiento por todo lo que el planeta te brinda y en especial por esta época de cosecha real y simbólica, para que además de los alimentos que se van a recolectar, te ayude a cosechar logros y alegrías en tu vida.
- Toma unos minutos para meditar acerca de tu intención para este ritual. Concéntrate en tu respiración para evitar los pensamientos invasores y enfócate en lo que quieres agradecer a la naturaleza y a la vida.
- Agradece por tu vida, por lo que tienes, por lo que hasta ahora has logrado. Por las pequeñas alegrías diarias, por los logros mayores y por las personas que te rodean y te dan su amor y apoyo. Piensa en todo aquello que te hace feliz y que hace que tu vida sea mejor, y agradece por ello.
- Siéntete en conexión y sintonía con la energía de la luna llena y con la naturaleza que te rodea; experimenta el momento con todos tus sentidos. Agradece por ello y por todo lo que la Tierra te ofrece. Si no se te da bien el meditar, puedes tomar papel y lápiz y escribirlo; es igualmente válido.
- Para finalizar el ritual, puedes recitar un mantra, leer un poema dedicado a la madre naturaleza o a la luna, o hacer una plegaria como agradecimiento por ese momento de gratitud que acabas de vivir.
Y ya que la Luna gobierna el elemento agua, un baño también puede ser una gran idea para después de terminar el ritual, así que puedes consentirte con un baño relajante antes de ir a dormir.
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