El cerebro es un órgano que necesita ejercitarse constantemente pero también nutrirse de manera adecueda. Por ejemplo, la falta de vitamina B puede ocasionar un bajo rendimiento cerebral que se verá reflejado en la falta de memoria y la disminución de la inteligencia. Además existen alimentos que pueden dañar o aletargar el funcionamiento de tu cerebro (y de otros órganos vitales) y, por tanto, deberías evitar o consumir con moderación. Los 5 principales son:

1. Azúcares refinados

Además de aumentar casi en un 60% el riesgo de contraer diabetes y otras enfermedades metabólicas, el consumo de azúcar refinado está relacionado con la mala memoria y la fatiga cerebral debido a los picos de insulina que ocasiona en el organismo.

2. Comida chatarra o fast food

Debido a su alto contenido de calorías provinientes de las grasas trans, la comida chatarra está considerada sumamente dañina para el cerebro (y ni hablar de corazón) pues el consumo excesivo de grasas saturadas interfiere en la sinapsis neuronal, impidiendo la capacidad de respuesta y el aprendizaje.

3. Productos de origen animal

Los productos de origen animal son una fuente muy saludable de proteínas esenciales, sin embargo, cuando los consumimos en exceso, sobre todo la carne roja y los embutidos (de vaca o cerdo) pueden resultar contraproducentes para nuestra salud. El consumo elevado de carne roja está relacionado, entre muchos otros padecimientos, con una baja actividad cerebral).

4. Bebidas alcohólicas

El alcohol no sólo daña el hígado de manera irreversible también ocasiona atrofia cerebral y neurodilatación vascular. Concretamente, el consumo de alcohol está relacionado con pérdida de memoria y habilidades cognitivas, alteraciones en la percepción, dificultad para el razonamiento abstracto y problemas de lenguaje. Sí, el alcohol literalmente nos vuelve más tontos.

5. Sal

El consumo de sal en exceso no sólo afecta la presión arterial y favorece la retención de líquidos, también está relacionado con el deterioro de las conexiones neuronales y la deshidratación cerebral, por lo que puede reducir nuestra capacidad de respuesta y nuestro razonamiento lógico. 

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