La felicidad es el objetivo común de toda persona, pues no hay quien no quiera alcanzarla. Muchas veces se le busca en otras personas (amigos, pareja o hijos), en la acumulación de dinero o posesiones materiales, o al realizar acciones como casarse, terminar una carrera o encontrar un buen trabajo… y muchas veces, aun con todo esto, las personas sienten que la felicidad no acaba de entrar en sus vidas.
Según una leyenda popular hindú, hace mucho tiempo existió un reino en el que había un solo hombre que era feliz, en toda la extensión de la palabra. Al enterarse de eso, las demás personas fueron en su busca para que les compartiera el secreto de la felicidad. Los ricos le ofrecieron dinero a cambio de él, los pobres le suplicaron para que se los dijera, pero él siempre se negaba.
Esto cambió cuando a su puerta tocó un niño y le dijo al hombre que él también quería ser feliz. La inocencia del pequeño y su sinceridad lo conmovieron, así que accedió a contarle su secreto.
El sabio le dijo que la felicidad es como una escalera de siete peldaños, cada uno de los cuales significa un aprendizaje que pone la felicidad cada vez más cerca. Y estos son los peldaños que se deben escalar para alcanzarla.
El primer paso para ser feliz es quererte a ti mismo, pues al hacerlo, te sabes merecedor de la felicidad. Para cultivar el amor propio debes valorar todos los aspectos de tu vida, al cuidar tu bienestar físico, mental y espiritual. Esto, además, implica la aceptación de tus defectos y el reconocimiento de tus virtudes, con la conciencia de que ellos no te hacen ni más ni menos que los demás; simplemente eres alguien diferente y único.
No basta con desear ser una mejor persona o hacer tal o cual cosa para ser feliz, hay que ir a la práctica y hacerlo. Si crees que puedes o debes hacer algo que traerá felicidad a tu vida, hazlo. No lo dejes para mañana, pues podrías arrepentirte y atraer la frustración.
Además, es importante que los actos sean congruentes con tus ideas, sentimientos y palabras. Así, si hay armonía en tu mundo interno, es más fácil que esa armonía pase al entorno que te rodea y esto es un imán para la felicidad.
Cuando veas que las personas a tu alrededor logran algo que los hace felices, evita los sentimientos negativos al respecto y evita juzgar si lo merecen o no, pues no sabes lo que debió pasar para conseguirlo. Mejor enfócate en lo que tú quieres lograr y esfuérzate por hacerlo. Y si ese logro es de una persona cercana, felicítala y comparte su alegría, pues al hacerlo, ésta se multiplica.
Al igual que la envidia, el rencor es un sentimiento que sólo te hace daño a ti. Y sí, a veces las personas te hieren demasiado, pero aun así, debes evitar los resentimientos y dar vuelta a la página para dejar ir y poder seguir con tu camino. Piensa que, tarde o temprano, cada quién cosecha lo que siembra, así que la vida misma se encargará de poner a cada uno donde le corresponde, por lo que no necesitas cargar con el peso del rencor.
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Según la sabiduría hindú, todo lo que tomas y no te pertenece, te trae consecuencias graves. Más allá de que robes algo y recibas una sanción, en el nivel energético, la acción de tomar algo ajeno te genera un peso que hace que lo que consigas se esfume, o que pierdas algo valioso para ti. Esta regla no aplica sólo a cosas materiales sino también a ideas, afectos o beneficios que no te corresponden.
Ningún ser vivo debe ser maltratado; ni las personas, ni los animales, ni las plantas. Es importante respetar todo tu entorno, ya que al relacionarte de una manera armoniosa y amorosa con la vida, logras ser feliz más fácilmente. Además, tú mismo debes alejarte de las situaciones que impliquen cualquier tipo de maltrato hacia ti mismo, sea físico, psicológico o emocional.
La gratitud tiene un efecto positivo muy grande y poderoso en tu vida. Por eso, en lugar de quejarte por lo que te falta, agradece por todo lo que tienes, y para empezar, porque estás vivo. Piensa en todo lo bueno que hay en tu vida y seguro encontrarás mucho por lo cual dar gracias. Al descubrir lo afortunado que eres, te sentirás más feliz y te convertirás en una persona más generosa.
Al seguir estos pasos, la felicidad deja de ser un objetivo para convertirse en algo que está presente cada día en tu vida, se vuelve un camino.
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