Nuestro cuerpo energético es un conjunto de canales y centros por los que fluye el prana, la energía vital que nos activa, inspira y motiva. Una buena forma de visualizar esa anatomía es imaginar una capa sutil que hace espejo con los sistemas y funciones físicas.
Así, los nadis, que son los conductos por los que circulan los impulsos energéticos y de los cuales se dice que tenemos 27 mil, podrían ser imaginados como los nervios que nos recorren de punta a punta. Y los chakras, los centros a lo largo del canal central en los que se concentra esa energía, como la médula en la columna vertebral.
En el mismo sentido, en la filosofía del yoga y otras disciplinas que parten del trabajo energético, a cada chakra se le han asignado ciertos órganos, sistemas y partes de correspondencia. Manifestar molestias recurrentes en ellos es una buena forma de ubicar qué centros energéticos te ayudaría trabajar para que con su balance beneficien también tu salud física.
Primer chakra: huesos, suprarrenal izquierda, pies y sistema excretor.
Segundo chakra: sistema reproductivo, sistema inmunológico, articulaciones y riñones.
Tercer chakra: sistema nervioso, estómago, hígado, vesícula, páncreas y bazo.
Cuarto chakra: sistema circulatorio, corazón, nervio vago y pulmones.
Quinto chakra: garganta, tráquea, oídos, dientes, lengua y tiroides.
Sexto chakra: ojos, hipotálamo, cerebro inferior.
Séptimo chakra: cerebro superior y glándula pineal.
La salud física se refleja en nuestro bienestar energético y viceversa. Por supuesto, la activación y trabajo del cuerpo pránico no sustituye los tratamientos médicos que estés siguiendo o requieras si tienes algún padecimiento en cualquiera de las zonas que enlisté antes. Lo que sí es buena idea es complementar el cuidado específico de cada capa de manera que se refleje en una mejor condición a todo nivel.
NAMASTE.