En Oriente, la meditación es una parte cotidiana de la vida de niños y niñas, quienes acompañan a sus padres desde muy pequeños en esta práctica. Sin embargo, en Occidente apenas estamos descubriendo los enormes beneficios que la meditación puede traer a la vida de los niños.
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Está comprobado que los niños que practican la meditación son más pacíficos y seguros de sí mismos, tienen una autoestima más elevada y comunican asertivamente sus emociones; además, son más empáticos con otros niños y rechazan el bullying.
Meditar, aunque sea unos minutos diariamente, ayuda a los niños a combatir sus miedos, conocer mejor sus sentimientos, resolver conflictos de manera pacífica y mejorar en general sus relaciones afectivas y familiares, así como su vida académica.
Estos son algunos tips para meditar con niños, que te ayudarán a que ambos se relajen y logren su objetivo.
1. Ten paciencia. Los niños son inquietos y curiosos por naturaleza y les cuesta mucho más trabajo que a los adultos permanecer quietos y en silencio. No esperes que pasen mucho tiempo meditando, con 4 o 5 minutos para empezar está más que perfecto.
2. Hazlos entrar en el mood. Baja la voz unos minutos antes de comenzar y dirígete a ellos de forma suave y pausada, pídeles que respiren profundo contigo antes de sentarse/acostarse en una postura cómoda para comenzar.
3. Enséñalos a controlar el cuerpo y los sentidos. Cuando comiencen a meditar habrá sonidos y sensaciones que los distraerán y que deben aprender a ignorar, y, por contradictorio que suene, la mejor forma de hacerlo es enseñarles a prestarle a atención a su cuerpo y al entorno: ¿qué sienten?, ¿qué oyen? Poco a poco se irán acostumbrando.
4. Guía su mente. Dales un paisaje, una emoción e incluso una melodía y pídeles que se concentren en ella y que traten de no pensar en ninguna otra cosa. Deja que los niños elijan su forma de concentrarse; no impongas, simplemente guíalos.
5. Prueba con mantras. Puedes elegir mantras sonoros como el om mani padme hum o el ho'oponopono, o crear tus propias frases que los niños comprendan y que se sientan bien repitiendo, por ejemplo: "no debo temer".
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