Todos los seres deseamos ser felices, siempre. Y todos experimentamos el amor por nosotros mismos en algún momento de nuestras vidas… Trata de recordar un momento de “amor absoluto”. El gozo es la causa pura del amor.
Ahora, para ganar ese gozo que en realidad es nuestra esencia natural, es recomendable ¡conocernos bien! ¿A qué me refiero con esto? ¿Te has cuestionado "¿quién soy yo?? El cuerpo que utilizas ha cambiado desde que naciste, así que no eres sólo ese cuerpo, ni tus órganos cognitivos –vista, olfato, oído, tacto y gusto–. Tampoco eres sólo tus órganos de habla, movimiento, respiración, excreción ni procreación. Tampoco podrías definirte como el aire que respiras, ni la comida que ingieres… ni siquiera la mente que piensa eres tú, ya que ésta siempre está cambiando.
Entonces, si nada de esto soy… ¿quién soy yo? Después de negar todo lo anterior y darme cuenta de que no soy esto ni soy aquello, la pura conciencia que plantea esto y que observa sus respuestas es la única que permanece.
Es muy probable que al plantear esta pregunta queramos abordar su respuesta con un proceso mental, ¿cierto? Pero el área de oportunidad de este acercamiento es que la mente es limitada… y además, ¿qué es la mente?
Si tratas en este momento de describir la forma que tiene la mente, ¿cuál sería y dónde reside la mente en el cuerpo? Incluso una pregunta aún más poderosa: ¿cuál es la naturaleza de la mente? ¡Piénsalo!
¿De que está hecha la mente? La naturaleza de la mente reside en el ser y provoca los pensamientos; por ende, los pensamientos son la naturaleza de la mente.
Cuando estamos despiertos tendemos a identificarnos con la mente; al estar soñando aún existe la relación con la mente, pero mientras estamos profundamente dormidos esta identificación no está presente y esto es posible debido a que no somos la mente.
Ahora, ¿cuál es el camino para indagar y entender la naturaleza de la mente? Aquello que aparece como “yo” en el cuerpo es la mente, pero si indagaras en qué parte del cuerpo este sentimiento de “yo” surge, descubrirías que es en tu corazón. Así que ése es el lugar de origen de la mente.
Y de todos los pensamientos que surgen en la mente, el pensamiento del. “yo” es el primero en aparecer. Sin él, ningún pensamiento podría existir.
La mejor manera de conocer a “alguien” o “algo” es pasando tiempo contemplándole, observando su naturaleza, su presencia y, cuando sea posible, haciéndole las preguntas adecuadas para que lleguen las respuestas verdaderas. Este tiempo contemplando tu verdadera naturaleza o la naturaleza de la mente puede suceder mientras meditas.
Aquí te doy un pequeño ejercicio que puedes practicar para contemplarte desde el corazón:
1. Encuentra un lugar tranquilo.
2. Siéntate cómodamente.
3. Relaja el cuerpo.
4. Mantén la espalda erguida.
5. Cierra los ojos.
6. Mantén tu respiración tranquila, natural (no la controles).
7. Pregúntate a ti mismo: ¿quién soy yo?
8. Contempla las respuestas de tu corazón al respecto.
9. Mantente en silencio mientras disfrutas la quietud e intimidad de tu corazón.
Es importante recordar que no hay respuesta conceptual que pueda contestar a esto, ya que es una pregunta a tu corazón (el cual se comunicará contigo a través de su experiencia, no de las palabras).
¡Ojala disfrutes esta búsqueda tanto como yo!