En el mundo actual, la mayoría de las personas miden su felicidad a partir de una lista de cosas por realizar, como obtener buenas calificaciones en la escuela, ir a una buena universidad, graduarse, ejercer su carrera, conseguir un trabajo bien remunerado, encontrar una pareja para casarse y formar una familia, tener su propia casa y un coche… entre otras cosas, como si de una lista del supermercado se tratara.
Sin embargo, incluso después de obtener todo eso, la gente no es feliz. ¿Por qué? Porque después de lograrlo, se dan cuenta de que en realidad no eran tan extraordinarias como pensaban, y entonces quieren más, algo nuevo, algo diferente; y así, pasan la vida en busca de la anhelada felicidad que parece volverse cada vez más lejana e inalcanzable.
Entonces, en esa carrera constante tras lo que crees que te dará la felicidad, es posible que dejes de disfrutar de la vida y de esas cosas simples, que aunque no sean extraordinarias ni lo que todo el mundo sueña, en el fondo de tu corazón sabes que te hacen muy feliz.
Muchas veces, por tratar de lograr eso que todo mundo cree que es alcanzar la felicidad, como tener un trabajo muy bien pagado o ser exitoso en tu profesión, dejas de lado otros aspectos que en realidad aportan mucha más felicidad a tu vida que el dinero, los bienes materiales o el reconocimiento social.
¿Y cuáles son esos otros aspectos? Pues, tus seres queridos, tus amigos, tu familia, hasta tus mascotas y, por supuesto, tú mismo, el tiempo que te dedicas y la salud que muchas veces pierdes por estresarte de más, al dedicar la mayor parte de tu vida al trabajo.
Por eso es importante que antes de seguir una carrera loca tras la supuesta felicidad, es necesario que hagas una pausa y reflexiones si en verdad eso que persigues es lo que quieres.
Pregúntate qué significa para ti la felicidad y qué es lo que te hace feliz sin importar las circunstancias. Al responder esto con honestidad, te darás cuenta de si vas en la dirección correcta o debes cambiar de camino.
Bien dicen que uno sólo puede ser feliz cuando deja de quejarse por lo que le falta y empieza a agradecer por lo que sí tiene. Entonces, deja de anhelar lo que otros tienen, enfócate en tu vida, disfruta de lo que tienes, agradece por ello y centra tu energía en lo que a ti te satisface y te hace sentir bien.
Deja de compararte con otros y recuerda que la vida no es una competencia con los demás, en todo caso, lo es contigo mismo, para superarte constantemente y ser una mejor versión de ti.
Y también, sé consciente de que la felicidad no puede ser medida por tus logros, sino que se encuentra en el camino que eliges y en la forma en que vives y disfrutas de la vida. Para algunos, la felicidad es escuchar la voz de su madre por teléfono todos los días, o llegar a casa y abrazar a sus hijos, o a su pareja, o a su perro.
Para otros, la felicidad está en viajar, conocer nuevos lugares y nuevas personas; para algunos más, se encuentra al salir a correr por el parque todos los días; en la buena comida, la lectura, en la satisfacción de ver terminado un proyecto… en fin, la felicidad adquiere tantos rostros como personas hay en el mundo, pues lo que hace felices a unos puede no funcionar así para todos.
Conócete y sé honesto contigo
Para saber lo que te hace feliz es importante que te conozcas bien y seas honesto al pensar en lo que quieres hacer en tu vida. Por absurdo que parezca, muchas veces las personas no se conocen a sí mismas, no saben lo que quieren. Así que ponte a pensar en lo que quieres de la vida, hacia dónde quieres llevarla y empieza a caminar hacia esa dirección.
Disfruta el momento
Deja de estresarte porque tus amigos o conocidos de tu edad hacen cosas que tú no has hecho y quizá ni siquiera estás cerca de hacer. Recuerda que cada quien tiene caminos y tiempos distintos, así que enfócate en tu momento presente y disfrútalo, sin presiones ni prisas.
Y en lugar de envidiar o preocuparte porque el tiempo pasa y sientes que no avanzas, ponte a trabajar en tu proyecto de vida y haz los cambios necesarios para llegar hacia donde quieres, siempre con tus ideales y tu felicidad como prioridad.
Escribe un diario de gratitud
Este es un muy buen hábito para tener presente y muy claro todo aquello que te hace feliz, por pequeño que sea. Puedes hacerlo por la noche, para finalizar el día con un pensamiento de gratitud. Coloca en tu buró una libreta y una pluma, y escribe al menos tres cosas que te hayan hecho feliz ese día.
Por un lado, esto te servirá para darte cuenta de que aunque a veces no seas totalmente consciente de ello, la felicidad está presente en tu vida, a veces en los detalles más sencillos. Y también, cuando te sientas triste o desmotivado, te hará bien leer esos momentos de gratitud que has dejado plasmados.
La felicidad no es algo que perseguir en el futuro, sino que está aquí, en este momento, justo donde estás. Cuando dejas de perseguir la sombra de la felicidad, comienzas a reconocer que todas las cosas que necesitas para ser feliz han estado contigo todo el tiempo y te das cuenta de que, aunque tu vida no sea perfecta, cada día es una nueva oportunidad para sentirte feliz.
Con información de Tiny Buddha