La felicidad es algo que todos buscamos, sin embargo, ésta no tiene el mismo significado para todos, es única para cada individuo y su presencia en la vida depende de innumerables factores. Entonces, ¿cómo se define la felicidad? Los conceptos de felicidad y bienestar se han debatido desde la antigüedad y, por ejemplo, los filósofos griegos argumentaban que el secreto para una vida mejor y más armoniosa se basaba tanto en el carácter virtuoso como en la eudaimonía.
Eudaimonía es una palabra griega que comúnmente se traduce como "felicidad", pero su significado real se aproxima más a conceptos como "prosperidad humana" y "bendición". Según Aristóteles, la virtud es fundamental para la eudaimonía, pero también se da consideración a los bienes externos como la salud, la belleza y la riqueza.
Además, Aristóteles afirmaba que los seres humanos alcanzan la eudaimonía cuando desarrollan su funcionamiento humano más alto, el pensamiento y la razón, y los complementan con acciones racionales enfocadas al bienestar propio y el bien común. Dicho de otra manera, cuando una persona participa plenamente en un trabajo intelectualmente estimulante, satisfactorio y cuyas acciones se repercuten en beneficio de los demás, entonces ha encontrado su propósito, felicidad y éxito como ser humano.
La eudaimonía, también llamada felicidad eudaimónica, tiene una contraparte llamada hedonía o felicidad hedónica, que se refiere a la sensación de felicidad inducida por el placer o la satisfacción momentáneos y la autogratificación inmediata. En este tipo de felicidad se incluyen cosas que alegran momentáneamente, como recibir elogios, comprar algo que deseas, comer lo que te gusta y todo aquello que te da una sensación de felicidad a corto plazo.
En la vida estos dos tipos de felicidad están combinadas, pero lo que nos ayuda a lograr nuestro propósito en la vida es la felicidad duradera que resulta de las metas y acciones a largo plazo. Por lo tanto, la búsqueda humana ideal para lograr el bienestar se logra cuando luchamos por un significado y un propósito noble y vamos más allá de la gratificación inmediata.
En la filosofía de Aristóteles, la eudaimonía no es simplemente la felicidad en el sentido moderno, sino un estado de vida acorde con la verdadera naturaleza y el potencial de cada uno. Es un estado de bienestar que surge de la realización de acciones virtuosas y del cumplimiento de los propios fines. Según Aristóteles, la eudaimonía se consigue cultivando virtudes como el valor, la sabiduría, la justicia y la moderación.
La eudaimonía implica un equilibrio entre los aspectos racionales y emocionales de la naturaleza humana. Abarca el desarrollo tanto de las virtudes intelectuales como de las morales, y está estrechamente vinculada al concepto de ética de las virtudes. Las acciones virtuosas y una vida razonable se consideran esenciales para alcanzar la eudaimonía.
Es importante señalar que la eudaimonía no es un estado estático, sino un proceso continuo. No es algo que pueda alcanzarse instantáneamente o a través de factores externos como la riqueza o el placer. Por el contrario, requiere una búsqueda permanente de la excelencia, el crecimiento personal y la realización del propio potencial.
Aunque el concepto de eudaimonía se originó en la antigua filosofía griega, sigue siendo relevante hoy en día y ha sido objeto de interpretación y debate en la ética contemporánea y la psicología positiva. La comprensión e interpretación de la eudaimonía puede variar entre filósofos y estudiosos, pero en el fondo representa un enfoque holístico para vivir una vida plena y con sentido.
Hedonía es un término utilizado para describir la búsqueda del placer y la ausencia de dolor o sufrimiento. Se refiere a la filosofía o concepto de que el objetivo último de la vida es la experiencia de la felicidad, el placer y el disfrute.
El término "hedonía" procede de la palabra griega "hedone", que significa "placer" o "deleite" y se relaciona con el hedonismo, una perspectiva filosófica que prioriza la búsqueda del placer como bien supremo. Sin embargo, es importante señalar que el hedonismo puede adoptar diferentes formas e interpretaciones. Algunas versiones del hedonismo hacen hincapié en los placeres inmediatos a corto plazo, mientras que otras pueden dar prioridad al bienestar a largo plazo y a la satisfacción general en la vida.
En el campo de la psicología, la hedonía se suele debatir en el contexto del bienestar y la felicidad. Los investigadores distinguen entre el bienestar hedónico, que se refiere a la presencia de emociones positivas y la ausencia de emociones negativas, y el bienestar eudaimónico, que implica un sentido de propósito, crecimiento personal y realización.
De acuerdo con la doctora Barbara L. Frederickson, profesora de psicología en la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Carolina del Norte, no toda la felicidad es igual, además, el cuerpo humano es capaz de reconocer sus diferencias y responde de manera diferente ante cada tipo de felicidad; mientras que la felicidad eudaimónica puede proporcionar beneficios para la salud a nivel celular, la felicidad hedónica puede producir efectos negativos para la salud a nivel celular.
Esto significa que dos eventos aparentemente iguales en términos de provocar una sensación de felicidad podrían, de hecho, experimentarse de manera diferente a nivel celular.
El equipo de la doctora Frederickson colaboró con el equipo de Steven W. Cole, profesor de medicina, psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad de California, para realizar un estudio en el que se buscaba examinar cómo la felicidad eudaimónica y hedónica influyen en la expresión génica dentro de las células inmunitarias humanas.
La premisa era que cuando las células inmunitarias se encuentran bajo períodos prolongados de estrés o adversidad, se produce un cambio en la expresión génica normal; la respuesta de lucha o huida activa algo llamado respuesta transcripcional conservada a la adversidad, que regula al alza los genes proinflamatorios y regula a la baja los genes implicados en la defensa contra los virus.
Aunque los participantes del estudio informaron haber experimentado sentimientos de bienestar, aquellos con altos niveles de felicidad hedónica mostraron un pequeño aumento en el nivel de respuesta relacionado con el estrés; mientras que en los participantes con altos niveles de felicidad eudaimónica, el estrés se redujo, al igual que la inflamación y la capacidad de inmunidad aumentó.
Ante estos resultados, los investigadores sugieren que experimentar una mayor cantidad de bienestar hedónico es como consumir "calorías vacías", pues aunque los placeres simples proporcionan una gratificación a corto plazo, pueden causar efectos negativos para la salud a largo plazo. Por el contrario, experimentar mayores cantidades de felicidad eudaimónica es como consumir una dieta equilibrada y saludable, que quizás no sea tan placentera en el momento inmediato, pero sí que aporta grandes beneficios a futuro.
Por estas razones, aunque está bien disfrutar de los pequeños o grandes placeres inmediatos, lo mejor para el bienestar duradero es aspirar a alcanzar la felicidad eudaimónica, a través de la realización y el crecimiento personal, así como una vida en mayor plenitud y satisfacción. Así que intenta hacer de la felicidad eudaimónica una prioridad en tu vida, tu cuerpo te lo agradecerá con una buena salud y un mejor rendimiento.