Desde hace tiempo se conocen los beneficios de la meditación en distintos aspectos de la vida de las personas. Por ejemplo, se sabe que meditar mejora la concentración y consigue una mejor conciencia de las propias emociones, lo cual deriva en un mayor control de nuestros sentimientos y reacciones ante lo que pasa por nuestra mente.
Entre otros beneficios, meditar también se considera un auxiliar en el control de los desórdenes mentales. Cuando existe un conflicto a nivel psicológico, el cuerpo manifiesta consecuencias relacionadas con él. Por ejemplo, cuando hay estrés que puede ocurrir por un desorden mental como la ansiedad, el cortisol –la hormona del estrés– se libera y aumenta la actividad de nuestro sistema nervioso, del ciclo hormonal, la producción de adrenalina, y demás efectos que afectan las arterias, la presión sanguínea y la salud del cuerpo en general.
Cuando meditamos, devolvemos a nuestro cuerpo el equilibrio que necesita para estar en paz. Por eso, si comenzamos a trabajar desde el cuerpo podremos poco a poco calmar también la mente y el espíritu. Incluso en el caso de desórdenes mentales.
Muchas veces se recetan medicamentos a la gente, con cierta ligereza que no contempla todo el abanico de posibilidades que existen en el camino del bienestar integral. La meditación puede ser un excelente complemento de un tratamiento psiquiátrico, pues actúa de manera directa con el cuerpo y apacigua la mente con el paso del tiempo y la práctica consciente.
Cuando el cuerpo está relajado físicamente, la respiración se estabiliza y los pensamientos fluyen con mayor lucidez por la mente. Además, mediante la meditación podemos obtener una mayor conciencia y control de nuestras emociones, por lo que aprendemos a reconocerlas y trabajarlas de manera asertiva. Todo esto resulta benéfico en relación con cualquier desorden mental.