En la India el tiempo de entre 1 hora y media y 2 horas antes del amanecer (exactamente, 1:36 minutos) es considerado el tiempo más propicio para meditar, hacer yoga o realizar cualquier práctica espiritual. Este tiempo se conoce com "brahma-muhurta", la hora del creador o la hora divina (y a veces, suele dividirse en dos muhurtas o dos periodos de 48 minutos).
Una de las tradiciones más influyentes en las diferentes filosofías de la India es el sankhya y su teoría de los tres gunas. Se dice que el periodo de brahma-muhurta es regido por sattva, esto es, el guna o la naturaleza o cualidad de energía pura, limpia, armónica y bondadosa. En el ayurveda se cree que este periodo es regido por el dosha vata, ligado al elemento aire, el movimiento y la creatividad.
Se recomienda iniciar la sesión matutina recitando mantras o haciendo alguna oración -en caso de tener alguna inclinación religiosa- para despabilarse y activar la mente, a la vez que esto permite establecer una intención y una conexión con fuerzas sutiles.
Otro beneficio adicional, según los que tienen inclinaciones místicas, tiene que ver con que esta es la hora que numerosos santos y yoguis del mundo eligen para meditar y se puede producir un efecto de resonancia o sintonización de la vibración, al compartir el momento de paz y energía.
Más allá del misticismo asociado al amanecer, existen razones no místicas que sugieren que realmente es benéfico meditar o hacer una práctica espiritual (incluso puede ser un ejercicio que nos haga concentrarnos mucho) como la primera actividad del día, especialmente si uno se despierta temprano. Es muy lógico que iniciar así el día crea una tendencia o inercia positiva, pues de alguna manera programa el resto de nuestra jornada. Esto nos permite no iniciar el día de manera apresurada o automática y poco consciente. Otro de los beneficios de realizar actividades físicas temprano en el día es que podemos cosechar sus efectos positivos en la cognición y en la liberación de estrés durante el día. Las actividades que nos hacen concentrarnos y relajarnos, como la meditación, también tienen efectos positivos en la cognición.
Un último beneficio tiene que ver con algo quizás más estético que espiritual: si tenemos la suerte de vivir en un lugar donde se ve el amanecer o donde tenemos un paisaje abierto, podemos contemplar la salida del Sol y disfrutar del silencio -que es una poderosa medicina para la mente y un gran aliado para la expansión de la conciencia-.