Es muy cierta esa frase que dice que es más fácil criar niños fuertes que reparar adultos rotos. Y aunque educar a los hijos tampoco sea tan fácil que digamos, a veces resulta más complicado llegar a la adultez y tener que romper con los esquemas y malos hábitos adquiridos desde la infancia.
Uno de los aspectos del ser humano que se forja desde los primeros años de vida es la autoestima, que se define como la capacidad que tiene cada persona de sentirse bien consigo mismo, y así tener una mayor capacidad para afrontar de mejor manera las situaciones adversas que se presenten a lo largo de la vida.
Y aunque lo ideal es que la autoestima se desarrolle y fortalezca desde la niñez, en muchos casos no ocurre así, y esto crea adultos llenos de inseguridades y con una escasa confianza en sí mismos.
Pero no todo está perdido. Si una buena autoestima no está presente desde tu infancia, ahora que eres adulto puedes cambiar el panorama al fortalecer tu amor propio y la autoconfianza.
Para lograrlo, puedes realizar algunas dinámicas que te ayudarán a aceptarte, respetarte y amarte para reforzar tu autoestima. Y no te desesperes; sé constante y ten paciencia, ya que no es algo que cambiará de un día a otro, sino un proceso que tomará tiempo.
Es muy probable que todos los días te veas al espejo cuando te lavas los dientes, al arreglar tu cabello o al maquillarte, pero ¿alguna vez te has detenido a observarte?
Para mejorar tu autoestima puedes empezar por realizar esta dinámica, que consiste en dedicar un tiempo cada día para observarte frente al espejo.
Haz una pausa en tu día y mira tu reflejo. Sonríe al verte, enfócate en tus cualidades, en lo que más te gusta de ti y dí para ti mismo algo que te haga sentir bien. Convierte ese momento en una experiencia transformadora y sé tu mejor motivador.
Si tomas en cuenta el camino que has recorrido hasta ahora, tus vivencias, experiencias y aprendizajes, ¿qué le dirías a tu “yo” del pasado? Piensa en ti mismo hace 2, 5, 10 o los años que prefieras y escribe lo que tu ser actual le diría a quien fuiste hace tiempo.
Esto funciona como un medio para conectar profundamente con quien eres en realidad. Aunque tu camino haya sido difícil, evita centrarte en lo malo y destaca lo positivo; céntrate en las fortalezas que te han llevado hasta donde estás ahora y en lo que has aprendido en el trayecto. Agradece a ese tú del pasado por lo que has logrado, por los obstáculos superados y por las metas alcanzadas. Valora las virtudes que te han acompañado a lo largo de la vida.
Después de haber estudiado duro para un examen, de haber terminado con tus pendientes en el trabajo, o después de tener cualquier logro personal, por pequeño que te parezca, premia tu esfuerzo y date permiso para consentirte.
Piensa en el esfuerzo que has realizado, elige lo que quieras como premio por haberlo hecho y date el gusto de disfrutarlo y celebrarlo.
Ya sea en los libros, en redes sociales, en las charlas con tus amigos o en las conversaciones casuales que a veces escuchas, pueden surgir frases que te gustan, que te hacen sentir bien o que te motivan en los distintos aspectos de la vida.
Para tenerlas siempre presentes, puedes empezar a cargar una libreta y una pluma para anotarlas y así iniciar una colección de frases motivadoras, que te pueden dar la inspiración y la dosis de energía positiva que necesites en cada momento.
Muchas veces, entre el trabajo, el estudio y los compromisos sociales y personales terminas por olvidarte de ti, de dedicar tiempo a lo que más te gusta y apasiona.
Parte de fortalecer tu autoestima está justamente en empezar a dedicar un tiempo cada día que sea exclusivo para ti, para hacer lo que más disfrutas; para descansar, caminar, cocinar, hacer ejercicio, pasear con tu perro, leer, escribir, dibujar, escuchar tu música favorita, o cualquier cosa que te haga sentir bien y dibuje una sonrisa en tu cara.
Si sueles destacar tus defectos sobre tus cualidades, es momento de parar. Piensa que todas las personas tienen defectos, al igual que tú, pero en vez de enfocarte en ellos, busca la forma de darles solución.
Además, esfuérzate por reconocer y engrandecer tus virtudes y cualidades. Para empezar, haz una lista de ellos, enumera todas las cosas para las que eres bueno o para las que podrías llegar a serlo, así como todo aquello que te gusta de ti mismo.
Esta práctica hará que refuerces tu autoestima y tu motivación, y puedes guardar tu lista para cuando tengas los ánimos bajos o te falte una dosis de amor propio.
Cada cierto tiempo, elige a una o varias personas (pueden ser tus amigos, familiares, pareja, compañeros de trabajo, vecinos, etcétera) y dile a cada una tres cosas positivas que ves en ellas.
Además de que ayudarás a que esas personas se sientan bien al saber que alguien reconoce sus virtudes, también tú te sentirás bien contigo mismo y con tu poder para hacer que los demás se sientan bien. Esto se convertirá en una acción espejo y te beneficiará al contribuir al fortalecimiento de tu autoestima.
Con información de Psicología y Mente