Cuando ocurre en tu vida un suceso negativo, puedes sentir que es el peor momento y percibirlo como si se tratara del fin del mundo. Las experiencias negativas suelen hacer que surjan emociones como tristeza, enojo, frustración, impotencia y rencor.
Y aunque hasta aquí todo suena de lo más negativo, la realidad es que incluso de esas circunstancias adversas se puede obtener algo positivo, por imposible que parezca mientras las vives. Como se dice: “Lo que no te mata, te fortalece”.
Al respecto, un grupo de psicólogos de la Universidad de Carolina del Norte han dedicado años al estudio de la capacidad que tienen algunas personas para extraer beneficios positivos de las situaciones negativas.
Los pioneros en estas investigaciones fueron Richard Tedeschi y Lawrence Calhoun, quienes decidieron llamar “crecimiento postraumático” a esa capacidad de sobreponerse a las crisis que ocasionan las adversidades y, además, tener un crecimiento personal en el proceso.
El resultado de las investigaciones es un modelo que explica la forma en que se da el crecimiento postraumático. Según dicho modelo, las personas organizan en esquemas los pensamientos, ideas, comportamientos y actitudes sobre el mundo. Para que exista un crecimiento positivo, la crisis debe poner en duda dichos esquemas.
El proceso de reconstrucción implica emociones muy fuertes, como tristeza, dolor, rabia o ansiedad. Pero lejos de ser una barrera, forman parte del proceso de crecimiento, al final del cual es posible adaptarse a las nuevas circunstancias y entender las circunstancias adversas y sus efectos negativos, para dar paso al aprendizaje.
Oportunidades. Se abren nuevas posibilidades de realizar cosas que antes no pensabas que podrías hacer.
Relaciones sociales. Tus malos momentos pueden ayudarte a mostrar más empatía ante los problemas de los demás y a mantener relaciones más cercanas con quienes sufren.
Fortaleza personal. Salir adelante de una adversidad incrementa tu autoestima y seguridad. Una vez que tu panorama se aclara, llegará a tu mente la idea de que si has podido pasar por esa situación y superarlo, eres capaz de enfrentar lo que sea.
Valor de la vida. Las adversidades también te ayudan a valorar más tu vida y a disfrutar de las pequeñas cosas que te dan felicidad.
Crecimiento espiritual. Pasar por momentos negativos te puede acercar más a tu lado espiritual; incluso hay quienes cambian radicalmente sus creencias tras una crisis.
Los investigadores destacan que el crecimiento que tiene lugar después de superar las experiencias negativas no significa que no haya sufrimiento en el proceso, pues esta emoción es una parte fundamental de la reconstrucción y el aprendizaje.
Por otro lado, estas ideas no parten de pensar que los eventos negativos y traumáticos sean positivos, sino de entender que suelen ser inevitables. Por ello es importante aprender a afrontarlos de la mejor manera, para salir de ellos con una nueva enseñanza, con más sabiduría y mayor resiliencia.
Para lograr este crecimiento, es importante que aprendas a abrir tu mente para descubrir las oportunidades que se esconden detrás de lo que suele verse como negativo. Por ejemplo, si te despiden de tu trabajo, tienes la oportunidad de salir a buscar algo mejor o de emprender tu propio negocio.
Además, es necesario que sigas el principio budista que dice que cada uno es el único responsable de lo que ocurre en su vida.
Así que, a menos de que se trate de algo inevitable y fuera de tus manos, como la muerte de un ser querido, no busques culpables de tus adversidades en el exterior. Analiza las decisiones que tomaste y las acciones que realizaste para que ese hecho negativo sucediera. Así aprenderás de tus errores, y podrás evitar cometerlos de nuevo.
Finalmente, debes aprender a aceptar. Aceptar que hay cosas inevitables, que tus actos tienen consecuencias y que debes hacerte responsable por tus decisiones. Así, en lugar de quejarte o buscar culpables, podrás encontrar soluciones y descubrir qué debes cambiar en tu manera de ser o actuar para lograr el crecimiento.