La depresión y la tristeza no son una misma emoción; primero es importante entender las diferencias de cada una.
Todo ser humano ha pasado por una situación así, pues la tristeza es uno de los sentimientos básicos que ayudan a adaptarse al medio; es natural al ser humano y saludable ante una situación en la que se pierde algo o a alguien. Cuando la tristeza perdura en el tiempo y aumenta progresivamente en intensidad, resulta patológica y ya no es adaptativa, natural y sana; en ese caso, ya es depresión.
Por fortuna, la depresión es un problema que en buena parte se basa en conductas aprendidas. Sólo en pocas ocasiones puede ser causado por un problema biológico, por un desequilibrio de los neurotransmisores, y al ser un aprendizaje, puede modificarse.
Según la Organización Mundial de Salud, la depresión es un trastorno mental frecuente que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.
Los síntomas depresivos son comportamientos que aparecen en todos los ámbitos del entorno del ser humano; estarán presentes en las áreas familiar, laboral y social. Es muy común que los síntomas de la depresión se asocien con otras enfermedades. La depresión puede causar dolores, cansancio, falta de energía, problemas en la ingesta de alimentos, en el sueño, en la digestión de la comida, entre otros.
Existen tres tipos de síntomas o señales:
Según la psicología, cuando se sufre depresión se tiene lo que se conoce como la tríada depresiva. Ésta aparece cuando hay pensamientos y una visión negativa de uno mismo, del propio entorno y de lo que está por llegar.
Causas y cómo afrontar la depresión
1. Falta de ganas
Una causa es no tener incentivos, no se tienen ganas de hacer nada y aparece la apatía. Lo que se puede hacer entonces es no esperar a tener ganas de hacer algo. En definitiva, la motivación es tener motivos, no ganas. Debes intentar hacer aquello que quieres, aunque no tengas ganas. En este caso, si hay motivos para moverse, todo lo demás no importa; el deseo de hacerlo llegará después, al habituarse a ese nivel de energía y de actividad. Ante la depresión, acción.
2. El sesgo pesimista
Otra causa son los pensamientos negativos. Este tipo de pensamientos son inherentes al ser humano, están en todos; el problema es cuando se les da mucha importancia. De este modo se tiene una visión en túnel, en una sola dirección, y ésta es negativa. Abre ese túnel para tener otra perspectiva.
En la medida en la que tienes otra perspectiva, ves otras cosas y no sólo te centras en lo negativo. Por ello, parte de lo que implica afrontar la depresión consiste en practicar la habilidad de no darle tanta importancia a los pensamientos negativos.
3. La indefensión aprendida
Una tercera causa sería lo que en psicología llaman indefensión aprendida. Ésta aparece cuando en repetidas ocasiones se hace algo pero no se consigue concretarlo, y entonces se renuncia al objetivo. Para no entrar en la indefensión aprendida, que es la antesala de la depresión, es necesario aprender a aceptar la parte injusta de la vida que le ha tocado a cada uno. En la vida, vas a encontrarte con cosas por las que vas a pelear y no conseguirás. En la medida en que seas capaz de aceptar que hay objetivos a los que no llegarás sin importar lo que hagas por lograrlo, estarás protegido contra la indefensión aprendida.
Con información de Psicología y Mente