Definitivamente estar solo y sentirse solo no es lo mismo. Si más allá de esos valiosos momentos de introspección que te da la soledad elegida, realmente notas que estás solo la mayor parte del tiempo, no por tu voluntad, sino debido a que las personas que antes te frecuentaban ahora te evitan, puede que sea hora de hacer una pausa para analizar lo que sucede.
En algunas ocasiones, la toxicidad y la mala actitud de la gente es la que hace que se mantengan lejos de ti y de todos. Pero en otras, tus propias actitudes pueden ser la causa de que las personas que te rodean no quieran convivir contigo, hasta que poco a poco te quedas solo.
Estas son algunas de las actitudes que suelen alejar a las personas, incluso a familiares y amigos. Analiza si las tienes para que puedas buscar la forma de solucionarlas y recuperar los lazos en tu círculo social.
Si piensas que las personas hacen o dejan de hacer ciertas cosas sólo con la intención de afectarte o molestarte, si sueles tomar a mal los comentarios que se te hacen, y además estallas de ira o haces un drama por ello, lo más probable es que acabes por tener conflictos con quienes estén a tu alrededor.
Para evitarlo, debes ser consciente de que todo lo que hacen o dejan de hacer las demás personas va mucho más en función de ellas mismas que de ti. Aprende a manejar tus emociones para no sobrerreaccionar, piensa antes de hablar para evitar conflictos innecesarios y acepta las críticas constructivas para tomar lo valioso de ellas.
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Si eres una persona celosa, posesiva y controladora, tanto con tu pareja, como con tus familiares, amigos y compañeros de trabajo, lo único que vas a lograr es que todas esas personas se alejen de ti.
Para solucionar esta situación, debes trabajar en tu amor propio y en tu autoconfianza, y de ser necesario buscar ayuda profesional. Es importante que comprendas que, al igual que tú, cada persona tiene distintos intereses y prioridades. Aprende a respetar su individualidad y acepta que todos tienen una vida más allá de su relación contigo.
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Todas las personas, en mayor o menor medida, enfrentan diversos problemas y adversidades a lo largo de su vida. Cuando algo malo te pasa, está perfecto que busques el apoyo de tus seres queridos, pero el problema empieza cuando cruzas esa línea entre la búsqueda de empatía y la necesidad de dar lástima o generar compasión.
El secreto está en reconocer y dejar fluir tus emociones, para desahogarte y después superarlas. Si te estancas en la negatividad de ese mal momento, lejos de hacer que las personas vayan a ti, las vas a alejar cada vez más, pues a nadie le gusta escuchar todo el tiempo las mismas quejas sin ver que hagas algo por salir de tu problema.
La sinceridad es una de las mayores virtudes, pero, como todo, en exceso puede volverse algo negativo, en especial cuando das tu opinión “sin filtro” ante situaciones o temas para los cuales no se te ha pedido opinar, como cuando criticas o juzgas la apariencia, ideas, pertenencias, creencias o forma de vida de los demás.
Si lo haces, aunque sea tu opinión más sincera, herirá a las personas y te convertirás en alguien odioso y cruel para ellas. Para evitarlo, sé empático y, antes de emitir una opinión no solicitada, pregúntate cómo te sentirías tú si la otra persona te hiciera un comentario como el que estás a punto de soltar.
Uno de los personajes que mientras más lejos estén es mejor, son los envidiosos. Si lejos de alegrarte por las metas que alcanzan los demás, demuestras tu envidia al minimizar o criticar sus logros, prepárate para quedarte sin amigos.
Comprende que la vida no es una competencia. Cada quien tiene distintas metas y cada quien las alcanza a su tiempo. Aprende a compartir la felicidad de los demás y a celebrar sus logros. No compares su camino con el tuyo; si quieres competir, hazlo contigo mismo y esfuérzate por crear cada día una mejor versión de ti.
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Las mentiras suelen descubrirse tarde o temprano. Y si eres de los que las dice a la menor provocación, cuando las personas que te rodean se enteren de que no eres honesto con ellas, se alejarán de ti.
Lo mejor es que te muestres como eres, que seas auténtico, honesto y hables con la verdad. Y si piensas que esto se contradice con el punto 4, recuerda que el equilibrio lo ponen la empatía y el respeto.
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Todo mundo tiene buenos y malos momentos, pero hay personas para las que todo luce siempre gris.
Es cierto que en el mundo hay muchos problemas y que el ser humano atraviesa una época en la que precisamente lo que falta es humanidad. Pero si te enfocas solamente en las cosas terribles que han ocurrido y que podrían pasar, tu vida se amargará y las personas evitarán hablar contigo porque les contagiarás tu amargura.
Por eso, aunque te mantengas consciente acerca de toda la problemática existente, aprende a ver las cosas buenas de la vida, como las maravillas de la naturaleza, el amor de tus seres queridos, o las personas que ayudan a quien lo necesita. Aprende a valorar esas cosas positivas y, mejor aún, vuélvete parte de ellas.
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Si notas que tienes alguna o varias de estas actitudes, no te sientas mal contigo mismo, hay muchísima gente que las tiene. Lo importantes es aprender a reconocerlas y trabajar para eliminarlas de tu vida.
Y si no las tienes, pero aún así la gente se aleja de ti, no te lo tomes personal y abre bien los ojos y el corazón para detectar a esas personas que sí te quieren y te aceptan como eres.
Recuerda que siempre habrá personas poco tolerantes que no van a aceptar a los que no son o piensan como ellos, así que, si te rechazan sin razón aparente, no le des mayor importancia y no dejes que te afecte.
Con información de El País.