Los juegos de la mente son sumamente interesantes y hasta divertidos. Podemos verlos así cuando aprendemos a observar sus fluctuaciones sin juicio, con sentido del humor, dispuestos a aprender de ella y su relación con nuestra alma. Entonces surgen grandes descubrimientos que se traducen en una conciencia más expandida.
Una de las más curiosas –y recurrentes– reacciones mentales es la procastinación. Amante del confort, la mente se vale de esta práctica cuando huele un nuevo proyecto en puerta, una actividad deportiva, yóguica o espiritual que demanda tiempo, disciplina y compromiso, una nueva dinámica nutricional que –con su debido esfuerzo– nos permita evolucionar en nuestro camino o un listado de pendientes que se podría aminorar recortando los coffee breaks o las ojeadas al Facebook, pero que sigue in crescendo… En estas u otras circunstancias similares, rápida, hábil y creativa, la mente convierte cualquier pretexto (el éxito de un amigo, el cumpleaños de alguien en la oficina, la llegada de la quincena, el fin de mes o uno de los tantos días al año en que se celebra algo en México o en Tahití) para lanzar su sentencioso dictamen: “Mejor mañana”.
Ese mañana puede toparse con otra ocasión que abra la puerta a otro mañana, y así y así y así… corriendo el riesgo de nunca concretarse y subsistir como un anhelo que se sueña despierto cada día de la vida. “Y mañana, mañana…”. Pero también, ese mañana puede alcanzarte; la famosa deadline llega y, entonces, a desvelarse para hacer el trabajo de cierre de semestre de la noche a la mañana o arreglar los pendientes en el último día antes de vacaciones… ¿El resultado? Cuerpo, mente y calidad de vida en números rojos de estrés. En cuanto a la calidad del trabajo, deja mucho qué desear...
Como vimos en la entrega pasada, es aquí donde el tercer sutra para la era de Acuario nos es de gran utilidad: “Cuando el tiempo esté sobre ti, comienza y entonces la presión se irá”. Es importante que cada quién identifique cuáles son las causas que impiden que se inicie o continúe determinado proyecto hasta el final. Al observar sin juicios podemos conocer mejor cuáles son los mecanismos de la mente para evitar las responsabilidades, frustraciones, dejarse apabullar por el éxito o resistirse a salir de su zona de confort, lo que desencadena ansiedad, letargo, depresión.
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Para este sutra, el maestro Yogi Bhajan nos dio una meditación que permite superar cualquier amenaza de estrés y movernos a la acción: el Guru Gaitri Mantra, ashtanga o mantra de ocho partes que consiste en evocar, recorrer y reconocer ocho cualidades de Dios: Gobinde, Mukande, Udare, Apare, Hariang, Kariang, Nirname, Akame. Que significa: “Sostenedor, Libertador, Iluminador, Infinito, Destructor, Creador, Sin nombre, Sin deseo”.
El mantra funciona en dos niveles básicos:
1. Como visualización y proyección de las cualidades activas de La Divinidad presentes en cada aspecto de la vida.
Y:
2. Como realización e interiorización de estas cualidades en potencia y manifiestas en ti, parte de la Creación.
Es la Divinidad quien te sostiene, libera, ilumina, es infinita, destruye –para regenerar y transformar– y vuelve a crear; es sin nombre –y a la vez, todos los nombres– y permanece neutral, sin deseo, completa en sí misma. Pero si lo vemos en una escala más terrenal, eres tú quien tiene la capacidad de sostenerse, liberarse, iluminarse, de naturaleza y permanencia infinitas, que requiere dejar ir como un proceso de transformación para volverse a crear, trascender la personalidad para identificarse con la luz interior que hay en ti y, desde ahí, administrar conscientemente el deseo, motor de la vida que cuando se vuelve el objetivo de ella, sólo trae dolor y sufrimiento.
Para practicar la meditación:
1. Siéntate en Sukhasana con la espina dorsal recta. Mete ligeramente tu barbilla al cuello para que permanezca paralela al piso.
2. Entónate con el Adi Mantra. Cierra los ojos y junta tus manos al centro del pecho en mudra de oración. Inhala y al exhalar canta: “Ong Namo GuruDev Namo”. Hazlo tres veces, mientras recuerdas mentalmente su significado: “Yo saludo a la sabiduría infinita, siempre creativa y de origen divino que me conecta con la cadena dorada de maestras y maestros espirituales hasta este presente en que contacto a mi maestro Interior”. Inhala, exhala y prepárate para la meditación.
3. Coloca tus manos en Gyan Mudra: dedos pulgares e índice se tocan; los demás permanecen estirados con las palmas viendo hacia el frente, brazos estirados y muñecas reposando en las rodillas que les corresponden.
4. Canta el mantra en monotono o acompañada de una grabación. Puedes encontrar varias versiones aquí. Aquí hay una de la maestra Snatam Kaur:
5. Tras meditar por hasta 11 minutos, cierra el espacio juntando tus manos al centro el pecho en mudra de oración y entona dos rondas del mantra “Que el eterno sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior guíe tu camino”. En la segunda ronda, repite dos veces más “guíe tu camino”. Finaliza entonando tres Sat Nam largos. Observa los cambios; cambia.
Lo que hará por ti
–Equilibra los hemisferios cerebrales.
–Limpia el canal del cuatro chakra, permitiendo que te comuniques y realices tus actividades desde el corazón y le añadas corazón a todo lo que haces.
–Te ayuda a desarrollar compasión, paciencia y tolerancia para afrontar cualquier reto en la vida y sobrepasar cualquier obstáculo.
–Remueve viejos bloqueos y te brinda fortaleza para seguir adelante en tu camino espiritual.
–Al identificarte con la Divinidad, te permite sentirte como quien realmente eres en lo profundo de tu alma: infinito. Así se realiza el yoga –la unión– entre tu ser finito e infinito.
Cuando requieras un propulsor o una motivación que te impulse a comenzar, darle forma, lograr o terminar aquello que tanto quieres para tu mejor bien material, mental y espiritual y no sepas qué hacer o cómo comenzar, sólo entona este mantra, medita o cántalo donde quiera que vayas, haciendo lo que estés haciendo. Actúa, comienza y la presión se irá.
Sat Nam.