El triunfo de Donald Trump ha polarizado a la sociedad en Estados Unidos y en cierta forma a todo el mundo. El discurso de Trump en contra de las minorías, xenofóbico, afectado de demagogia, racismo y sexismo, y con insinuaciones bélicas, es obviamente preocupante. Es entendible que muchas personas, particularmente las que han sido directamente aludidas, como los migrantes que profesan la religión musulmana, se sientan inseguras en este momento y algunas lo expresen un tanto visceralmente.
Dicho eso, el frenesí de insultos, pánico, ansiedad, rencores volcados en violencia verbal y demás que dominó las redes sociales después del triunfo de Trump me parece aún más preocupante que el triunfo de Trump. Todo esto contribuye a un clima enrarecido de violencia y contaminación psicológica que es de entrada lo que hace posible que una persona como Trump tome el poder. En un artículo publicado hace 2 días en Pijama Surf intenté analizar las razones por las cuales Trump logró ganar la presidencia y resaltar algunas lecciones relevantes para toda la sociedad. Intentando desarticular la estrategia de Trump, uno se da cuenta de que fue fundamental el clima de polarización y enfrentamiento, en el que "los otros" son representados irracionalmente como los culpables de todos nuestros problemas --este estado es el terreno fértil para el desarollo del fascismo. Trump logró llevar la campaña a aspectos emocionales del orden incluso de las teorías de conspiración, haciendo que la razón y los argumentos políticos intelectuales pasaran a segundo término. Se creó una ola de autorreforzamiento en la que la clase media blanca vio reflejado su odio y enojo y se identificó con el candidato republicano y, a su vez, amplificó y potenció el mensaje de Trump con su propio odio y enojo. Y es que, lamentablemente, hay pocas emociones tan activas y enérgicas como estas dos. Todo esto ayudó a crear un entorno de confusión, desinformación y sobreestimulación que sacudió la contienda de tal forma que dejó atónitos a los expertos que no creyeron que Trump podía ganar.
Una de las razones por las cuales encuestadores y analistas no lograron anticipar el triunfo de Trump tiene que ver con que justamente hoy en día todos consumimos una versión de la realidad basada en los algoritmos que personalizan la información para nosotros en las redes sociales. Esto se conoce como la "burbuja de filtros", y todos los sitios más visitados de la Web ya presentan una versión hecha a la medida de la realidad para nosotros. Como ha notado el teórico de medios Douglas Rushkoff, en los feeds de una red social como Facebook y Twitter una persona que está claramente en contra de Trump puede nunca exponerse a los mensajes de las personas que simpatizan con Trump o con cualquier otra cuestión que divide a la población. Todos escuchamos lo que ya de entrada nos gusta. Esto hace que sólo veamos una caricatura del otro --el otro que es radicalmente distinto a nosotros-- y que no nos expongamos a ideas que desafían lo que creemos o que no tengamos la oportunidad de dialogar con estas personas que difieren de nosotros.
Una de las lecciones que me parece importante resaltar de este fenómeno es que el medio ambiente en el que vivimos no sólo es el espacio físico, sino es también un espacio psíquico compuesto por nuestros pensamientos, el estado mental de todas las personas como colectivo y por supuesto toda la información que circula en los espacios mediáticos. Trump se benefició de la polarización que hizo que la información que circuló mayormente en la campaña fueran ataques, prejuicios, enfrentamientos reduccionistas, dicotomías simplistas y demás. El alimento o la materia prima de este clima fueron los posteos en las redes sociales y las conversaciones entre las personas que empezaron a radicalizar y a caricaturizar a los candidatos y los sucesos de la campaña. El meme de Donald Trump, no importa si en términos positivos o negativos, se replicó con un éxito inaudito. Ningún político en la historia de Internet ha generado más clics que Donald Trump. Lo paradójico de esto es que las personas que consideraban a Trump una especie de candidato-simulacro, una broma, un peligro para la sociedad, un fundamentalista, y todo tipo de etiquetas, ayudaron a crear este fenómeno con su atención obsesiva. Habiéndose entrenado en la reality TV, Trump reconoció que en un escenario como éste el villano es la estrella del programa.
Algo de lo que parece definir a Trump y en general a la campaña electoral es que es una especie de contenido chatarra, información de poca calidad, el equivalente de la comida rápida al contenido mediático. De la misma manera que este tipo de comida no es muy sana para el cuerpo, Trump, las ideas y los enredos telenovelescos que transmitió en su candidatura no son muy sanos para el cerebro. Evidentemente Trump no inventó esta comida chatarra de la mente, sino que es un reflejo del malestar general de nuestra sociedad. Sin embargo, nosotros tenemos la elección de consumir o no este tipo de "alimentos". Y más aún contribuir a que estén o no circulando estas porquerías informáticas (junk food de la mente), lo cual es el equivalente de vivir en un lugar donde tenemos acceso a comida orgánica local o solamente a dulces y refrescos y restaurantes de comida rápida.
El escritor Charles Einsenstein respondió lúcidamente a este clima escribiendo:
Es el momento de dejar de alimentar el odio. La próxima vez que postees en línea, checa las palabras que utilizas para ver si no se está colando una forma de odio: deshumanización, burla, sarcasmo... alguna invitación al enfrentamiento nosotros vs ellos.
[...] Esto no significa que nos retiremos de la conversación política, sino que reescribamos su vocabulario. Hablar las verdades más duras pero con amor. Es ofrecer analísis político agudo pero que no lleve implícito el mensaje "Acaso no son horribles esas personas".
Una vez que ha ganado Trump, lo importante actualmente me parece que es dejar de darle juego a todo tipo de información de poca calidad, de poca nutrición y la cual está orientada a enfrentar, dividir o manipular (lo cual no es lo mismo a crear una ilusión optimista de que todo está bien). Es por ello que es necesario tomar las cosas con calma y ser responsables de lo que decimos en las redes sociales y en nuestras conversaciones. Todos contribuimos a crear un ambiente de contaminación psíquica y podemos elegir depurar un poco el ambiente con información más reposada, que sea el fruto de la reflexión --no del impulso emocional-- y que tenga la intención de aportar algo provechoso. Lo realmente peligroso actualmente es el ambiente de división y polarización, el enfrentamiento entre la gente, la animadversión y la falta de encuentro entre lo diferente. Es este clima el que puede radicalizar y hacer peligroso a Trump y permitir que en el caso de que quiera implementar sus planes, éstos se vuelvan efectivos y se expandan por el mundo.
Twitter del autor: @alepholo