Para la mayoría de los seres humanos el significado se encuentra en los demás, en las relaciones y en lo que podemos hacer para el mundo. El Dalái Lama ha sugerido que el momento actual presenta una crisis, justamente porque las personas sienten que no son necesarias. Esto puede explicarse en cierta medida por el surgimiento de un individualismo radical ligado a la sociedad del consumo, donde se crea la ilusión de que las personas definen sus identidades por los diferentes productos con los que se asocian. También, una creciente pérdida de empleo, la cual se incrementará cada vez más con el surgimiento de la fuerza de trabajo de las máquinas y algoritmos que reemplazan a los seres humanos.
Esto, sin embargo, no debería desconsolarnos del todo, siempre queda la posibilidad de ayudar a las personas que tenemos cerca para satisfacer nuestra urgencia de sentirnos necesarios. El Dalái Lama habla de una "sociedad de la compasión". Ahora bien, resta una pregunta un poco difícil de responder y es si podemos realmente ayudar a los demás si antes nosotros no estamos bien, esto especialmente en el caso de personas que tienen problemas psicológicos y emocionales --como ocurre con casi todas las personas que tienen una enfermedad física. ¿Puede una persona enferma curar a otro enfermo?
Esto no es fácil de responder, sin embargo, hay algunas cosas que podemos decir a manera de orientación. Por una parte, lo más inmediato que uno puede hacer para ayudar al mundo, es ayudarse a sí mismo. Una persona que está integrada, que tiene una mente relajada, que ha construido una cierta sabiduría de cómo funciona el mundo y lleva una vida ética, ayuda con su sola presencia, es un buen ejemplo. Si una persona tiene ciertos complejos psicológicos que no ha procesado y es muy susceptible a proyectar en los demás o a lo que se ha llamado contratransferencia --donde un terapeuta proyecta sus propios problemas psicológicos en un paciente-- es probable que no sea muy efectiva su ayuda. Asimismo, cuando se lidia con personas con problemas mentales muy agresivos, es fácil que una persona en cierta forma aún débil en la integración de su propia psique salga lastimada y entre en un círculo vicioso. Por ello se recomienda fortalecer la personalidad propia primero.
Dicho eso, la realidad es que muchas veces estamos en situaciones demasiado humanas en las que nos encontramos con personas que sufren, que realmente necesitan ayuda, y aunque involucrarnos nos puede hacer sufrir a nosotros, la situación nos obliga moralmente a hacer algo, a meternos al pantano juntos. Quisiéramos un tiempo extra para trabajar en nosotros, pero esto no es posible. En esos casos resulta provechoso tratar en la medida de lo posible perder importancia personal, dejar de identificarnos tanto con el yo que hemos construido como con los aspectos negativos de la persona que queremos ayudar, los cuales nos producen miedo. No se puede ayudar realmente desde el miedo. Lo más importante que podemos hacer es perder el miedo: miedo fundamentalmente a que esa persona nos lastimará o a que al ayudarla perderemos algo. Sin miedo podremos sentir realmente compasión, y esta es la energía que lleva a ayudar genuinamente.
En el budismo mahayana se dice que los seis paramitas, o seis perfecciones que constituyen la actividad de los budas, surgen espontáneamente una vez que se ha alcanzado (o descubierto) la budeidad, pero mientras tanto se deben imitar estas conductas: generosidad, disciplina o virtud, paciencia, energía o vigor, concentración y sabiduría. Adicionalmente se dice que "no hay medios hábiles sin sabiduría, y no hay compasión sin vacuidad". Esto significa que no podemos realmente ayudar a los demás o ayudarnos a nosotros mismos (utilizando medios hábiles, upaya en sánscrito) si no hemos establecido una visión correcta de la realidad, si no hemos desarrollado cierta sabiduría. Para el budismo el medio hábil por antonomasia para lograr la transformación del individuo es la compasión, la cual representa el principio masculino unido sexualmente al principio femenino que es la sabiduría en las imágenes tántricas. Y no puede haber compasión sin vacuidad, esto significa que si no nos damos cuenta de que todas las cosas dependen la una de la otra, que no tienen existencia inherente o separada, nunca seremos realmente compasivos, porque creeremos que estamos solos y, por ello, que lo más importante somos nosotros mismos. La vacuidad significa que las cosas no existen por sí mismas y entender y asimilar esto es considerado como el logro de la sabiduría.
En el mahayana se habla de tres tipos de bodhicitta (la mente despierta o mente iluminada): aquella del pastor, que es la suprema, y la cual lleva a todos los seres a la liberación antes que él, como un pastor que espera hasta que sus ovejas ganen el pastizal; la de un botero o capitán de un ferry que conduce a los demás a cruzar la orilla del samsara al nirvana; y la tercera, la de un rey que se ilumina él primero para llevar luego a su reino. Las tres son válidas y lo importante de esto es la intención, en el caso de la bodhicitta del rey la intención es iluminarse pero para así poder ayudar a los demás a iluminarse.