Para muchos adultos la idea de tener mascotas y niños en casa no es bien recibida, aunque esta convivencia aporta mucho a los pequeños, tanto a su salud física como emocional, además de que permite a los menores adquirir hábitos y responsabilidades dentro del núcleo familiar.
Muchos padres adoptan a una mascota por la insistencia de los hijos, pero éstos pronto olvidan sus promesas de hacerse cargo; sólo juegan con ellos, pero los cuidados del animal recaen casi del todo sobre los padres, de esta manera, las mascotas en sí no hacen a los niños más responsables.
Repartir las tareas relacionadas con los cuidados del animal de compañía es una importante herramienta educativa que puede favorecer el desarrollo del sentido de responsabilidad del niño y puede potenciar su paciencia y autoestima. Además, las mascotas y las responsabilidades de tener una mascota en casa pueden ayudarle a entender y respetar el hecho de que otros individuos tienen necesidades de alimentación, cuidados y cariño.
Así que los niños deberían ser involucrados en el cuidado de la mascota de acuerdo con su edad. Hasta los 3 años, el niño no diferencia al animal de compañía de un juguete, así que los padres pueden intentar enseñarle el respeto hacia el animal, a pesar de que por nivel de desarrollo el niño no llegará a comprender el sentido del respeto sino hasta años más tarde.
Entre los 3 y los 6 años, el niño puede ayudar en la realización de tareas sencillas y siempre bajo la ayuda y supervisión de un adulto, como limpiar y llenar los recipientes de agua y comida, o puede jugar con la mascota.
Con 6 años los niños empiezan a plantearse que los animales puede sentir dolor y pueden entender las indicaciones de cómo tratar a un animal con respeto y sin hacerle daño; por lo mismo, esta es la edad adecuada para que los niños empiecen a tener una mascota.
Entre los 6 y los 10 años, el niño se puede hacer cargo de más tareas relacionadas con el animal, como darle un premio, jugar, recoger sus juguetes, etcétera. Es importante que un adulto siempre supervise las interacciones entre la mascota y el niño.
Es a partir de los 10 años cuando, según los expertos, los niños se pueden responsabilizar de los cuidados de sus mascotas y pueden participar en tareas de mayor responsabilidad: alimentarlas, pasearlas, bañarlas, limpiar su espacio, cepillarlas, participar en el entrenamiento, etcétera. Aunque el niño sea el responsable de realizar cierta tarea, es fundamental que un adulto supervise si las necesidades de la mascota están satisfechas.
Es importante recordar que no todos los niños son iguales ni en cuanto a desarrollo ni en cuanto a personalidad, y tampoco lo son las mascotas. Así que los adultos tienen que valorar en cada momento las tareas idóneas para el niño y aumentar el grado de responsabilidad a medida que el niño crezca.
Con información de Fundación Affinity