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5 consecuencias de la discriminación sexual en el entorno familiar

Noviembre 07, 2017

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La decisión de crear una familia es una oportunidad para hacer un sueño realidad, mas no para hacer de los hijos un recipiente de expectativas que, de no cumplirse, han de pagarse caro. La discriminación en contra de un familiar LGBTTTI (homofobia) puede generar heridas de por vida. Es comprensible que los padres necesiten de un tiempo para asimilar la realidad de un hijo pues, a final de cuentas, éste también tuvo que pasar por un periodo de reconocimiento y aceptación de sí mismo antes de confesarlo. No obstante, si los padres no llegan al punto de comprender que dieron vida a un ser humano independiente de ellos, libre y con derecho a ser feliz, la negación de su orientación sexual o identidad de género puede convertirse en una lucha de poder y en una situación de violencia con consecuencias terribles.

 

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Fracaso profesional de los hijos LGBTTTI

La homofobia en el entorno familiar puede hacer que los hijos tomen medidas desesperadas. Cuando el hogar se vuelve un espacio donde las agresiones, críticas y ofensas en contra de los hijos LGBTTTI son continuas, éstos pueden verse orillados a buscar trabajos mal remunerados y, muchas veces, alejados de su perfil profesional, con tal de conseguir los medios que les permitan huir de ese ambiente. Muchos padres, al descubrir que la orientación sexual de sus hijos no es la que esperaban, recurren a medidas que, en el fondo, tienen la finalidad –no alcanzable– de convencer a sus hijos de “volver” al camino que creen correcto. Para lograrlo, en muchos casos abusan de su poder para recordar a sus hijos de quién dependen económicamente y amenazarlos con reducir esos beneficios si no se someten a las expectativas familiares. Si bien es cierto que los jóvenes que aún no son económicamente independientes deben respetar las reglas de casa, eso dista mucho de ser obligados a cambiar su identidad, negarse a sí mismos o ser constantemente insultados aprovechando que carecen de los medios para vivir su realidad con libertad.

 

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Jóvenes LGBTTTI que viven en las calles

Alrededor del 40% de los jóvenes LGBTTTI que viven en situación de calle (tan sólo en Estados Unidos) lo están tras haber sido corridos de sus hogares debido a su orientación sexual. Una persona que no tiene hogar sufre muchas aflicciones, además de que se ha comprobado que los jóvenes LGBTTTI a los que echaron de sus casas presentan más síntomas psicológicos que otros jóvenes heterosexuales en situación de calle. Además de pasar hambre y padecer malnutrición, pierden la oportunidad de salir adelante profesionalmente, tienen 38% mayor probabilidad de caer en alcoholismo, y 26% más posibilidad de abusar del consumo de drogas y de ser víctimas de explotación sexual.

 

Depresión y suicidio en jóvenes LGBTTTI

Los jóvenes LGBTTTI que sufren rechazo en su familia debido a su orientación sexual o identidad de género tienen una probabilidad ocho veces mayor de intentar suicidarse y casi seis veces mayor de presentar depresión que los que no padecen maltrato o rechazo por estos mismos motivos. De hecho, los jóvenes y adultos LGBTTTI ocupan los índices más altos de intentos de suicidio en comparación con cualquier otro grupo social, debido a que la mayoría de las culturas son heterocéntricas y, peor aún, las mismas familias los hacen padecer el estigma social. Por eso, de acuerdo con las investigaciones del Family Acceptance Project, la aceptación o incluso neutralidad de los padres en relación con la orientación sexual de sus hijos es fundamental en la prevención del suicidio.

 

Fomento de prácticas de conversión inhumanas

En la actualidad aún se somete a muchos jóvenes a supuestas terapias de conversión, y quienes fomentan más estas prácticas inhumanas suelen ser los mismos padres de familia. La presión que sienten de quedar bien ante la sociedad o la religión los empuja a pensar que su hijo tiene “solución” o que al menos es su responsabilidad intentar hacer un “último intento por cambiarlo”. Nada más lejano de la realidad, y nada más cruel que hacer sentir a un ser querido que es merecedor de rechazo o que hay algo malo en él por el simple hecho de no pertenecer a una mayoría.

 

Destrucción de los lazos familiares

Siete de cada 10 personas sufren algún tipo de discriminación por su orientación sexual. No obstante, cuando se pregunta a los jóvenes LGBTTTI sobre su mayor temor por salir del clóset, la mayoría responde: “Miedo a que mis padres me rechacen”. Es en el seno familiar donde se generan la seguridad y la autoestima, así que éste no debiera convertirse en un entorno temible. Por eso, aunque los padres afirmen sentirse traicionados tras descubrir la orientación de sus hijos, al pensar que era un secreto que ellos les ocultaron por mucho tiempo, deben considerar lo mucho que sus hijos temían su reacción, no porque dudaran de su amor, sino por no querer desilusionarlos. Peor aún, si su reacción es negativa, los padres deben saber que con ello confirman el temor que sus hijos tenían y generan una base de falta de confianza que puede convertirse en un patrón de acción para situaciones posteriores. Asimismo, si el maltrato de los padres se convierte en algo constante y violento, los lazos familiares pueden dañarse o incluso romperse de manera irreparable. Por eso es importante que, más que nunca, la comunicación en calma y abierta se convierta en la vía para el entendimiento.

 

Es fundamental destacar que el hecho de que la orientación sexual de un hijo sea distinta a la de la mayoría no significa que haya habido algo fallido en la educación que se le dio. La homosexualidad no es un fracaso de la paternidad, es simplemente una orientación sexual. Lo que es más, es importante recordar que las personas no tenemos que depender del qué dirán, de la heteronormatividad, ni de ninguna institución para comprender, amar y apoyar a nuestros seres queridos. A medida que los padres de familia con hijos LGBTTTI comprendan que sus hijos, cuando les confiesan su orientación sexual, simplemente quieren compartir con ellos una característica más de las muchas que los constituyen y que, en verdad, no desean perderlos, podrán mirar en sus ojos y darse cuenta de que nada ha cambiado en ellos. Tienen la misma posibilidad de ser felices, encontrar el amor y formar una familia sana como cualquier otra persona, y no han dejado de ser los hermosos –y libres– seres humanos a quienes dieron vida.

 

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