Ningún padre se propone criar a un niño indisciplinado, pero a menudo es difícil no hacer concesiones o dar recompensas innecesarias para facilitar las cosas. Nancy Samalin, educadora de padres y autora de un libro de consejos para educar niños increíbles, dice que "todos los padres quieren lo mejor para sus hijos y están preocupados por fomentar su autoestima, pero cuando los niños se niegan a hacer lo que se les pide, desafían o ignoran a sus padres, es normal enojarse y frustrarse". La autora menciona que sin quererlo, es fácil caer en la trampa de la sobreinducción y olvidarse de establecer límites.
Samalin comparte unas técnicas de disciplina positiva para alentar a los niños a escuchar y cooperar. Son alternativas concretas (y efectivas) a amenazar, sobornar, gritar, castigar, mandar, atacar, insultar, suplicar, discutir o criticar, para que todos ganen.
Solución: Usa señales verbales para mostrarle a tus hijos que no se trata de ellos, ni de ti, ni de nadie. Al usar declaraciones impersonales, haces práctica la disciplina y tus demandas son objetivas y racionales. Por ejemplo, decir "Los libros deben ir en el librero", "El abrigo necesita estar colgado en el armario, no en el piso", "Los platos deben ponerse en el fregadero" y "Ya es hora de bañarse".
Solución: Elimina lo negativo de esa palabra con otras respuestas. Samalin propone indicar lo que se quiere con sólo la palabra: usa frases como "Rob, la chamarra!" o "¡Dani, los dientes!". Esto funciona mucho mejor que "¿Cuántas veces tengo que decirte..." o "¿Por qué no escuchas cuando te hablo?".
Solución: "Siempre que un niño haga algo útil, comprensivo, cooperativo o muestre una mejora, hazle saber que te has dado cuenta y expresa palabras de agradecimiento", dice Samalin. Por ejemplo: "Gracias, José, me gusta la forma en que ayudaste a Andrés a guardar sus juguetes" o, "Luis, me impresionó la forma en que resolviste el problema de la tarea". Un poco de reconocimiento positivo va muy lejos.
Solución: Siempre que tu hijo tenga dificultades para identificarse, muéstrale que su comportamiento tiene un impacto en las emociones de los demás. Hablen sobre cómo se sienten los demás y bríndale la oportunidad de ver las cosas desde tu punto de vista. "Habla de tus sentimientos", dice Samalin, "Pero no ataques a tu hijo".
Solución: Una vez más, el punto es ayudar a tu hijo a entender que no se trata solo de ellos. Cuando estás furioso con tu hijo, usa el "yo" y no el "tú", dice Samalin. Es mucho mejor decir "Me molesta" que "Estás mal". Prueba estos ejemplos la próxima vez que tu temperamento explote: "Me enojo cuando llegas tarde sin avisar", "No quiero hablar de esta manera", "Me voy de esta habitación para poder calmarme".
Solución: La mayoría de los padres están familiarizados con el "No es mi culpa". Es imposible disciplinar a un niño a partir de acciones de las que no se responsabiliza; por lo tanto, enséñale a responsabilizarse de lo bueno y de lo malo. La forma más fácil de hacerlo es la responsabilidad tangible. "Escribe una nota o dale una señal a tu hijo", sugiere Samalin; "¡Los niños siempre leen tus notas y hasta pueden escribirte!". Un buen ejemplo: "Querido hijo, sólo un recordatorio. Esto es lo que hay que hacer antes de ver la televisión hoy. Guarda tu ropa limpia. Lava los platos. Alimenta y pasea al perro. Gracias por tu ayuda. Te amo, mamá".
Solución: "Para los niños que luchan con quienes tienen el control, darles la oportunidad de tomar una decisión les ayuda a sentir algo de control, aunque no demasiado", dice Samalin. Pregúntale qué prefiere comer (dale dos opciones); permítele elegir entre leer una historia o jugar durante el tiempo libre; si la hora del baño es difícil, dale opciones de diversión después de bañarse. Todavía tienes el control del calendario y se hacen las cosas que deben hacerse, pero todos tienen oportunidad de decidir.
Con información de Fatherly