La virtud de la compasión es muy valorada. Cuando la haces parte de tu vida, tus relaciones se vuelven más cercanas, los sentimientos negativos disminuyen, tu mente se vuelve más tranquila y sientes la satisfacción de contribuir a crear un mundo más amable y amoroso. Gracias a todo esto, te vuelves más atractivo para las personas que conoces porque pueden sentir tu corazón.
La compasión es algo que se puede cultivar y fortalecer día a día, y las siguientes recomendaciones te pueden ayudar a ser más compasivo.
Muchas veces, tú eres tu peor crítico; te juzgas, haces más evidente lo que no te gusta de ti, te menosprecias, te culpas y te castigas cuando cometes algún error. Mientras tengas ese crítico interno tan duro y cruel contigo mismo, también te resultará difícil ser compasivo con los demás cuando revelen su humanidad y su imperfección.
Para practicar la autocompasión, primero debes comprender que nadie es perfecto, por lo que no debes aspirar a ideales inexistentes sino aceptar quien eres y amarte como eres, con todo y tus errores y con las imperfecciones que encuentres en ti, así como ser amable y paciente contigo mismo.
Por supuesto que puedes hacer muchas cosas para crecer y crear una mejor versión de ti mismo, como llevar una dieta, hacer ejercicio, ir a terapia, aprender cosas nuevas… pero siempre debes hacerlo todo bajo el respeto, la comprensión, la aceptación y el amor hacia ti mismo.
Aprende a ver lo que te gusta de ti, lo que haces bien, y enfócate en ello; engrandece tus virtudes, en vez de tus defectos.
La vida muchas veces es difícil y dura, pero cada quien hace lo mejor que puede para estar bien y ser feliz en ella; cada uno vive a su manera, según los medios a su alcance y el entorno que lo rodea.
Hay una frase muy compartida en redes sociales que dice: "Cada persona que ves está luchando una batalla de la que tú no sabes nada; sé amable siempre". Y es cierto, porque es difícil saber lo que hay detrás de una sonrisa, de una mirada triste o de un ceño fruncido.
¿Qué pasaría si dejaras de lado los juicios dualistas que etiquetan todo como "correcto" o "incorrecto", "bueno" o "malo"? ¿Qué pasaría si, en cambio, confiaras en que cada persona hace lo mejor que puede, de acuerdo con su situación?
Es importante aprender a no juzgar; así que en vez de emitir juicios sobre los demás, su apariencia, su actitud o su modo de vida, trata de ponerte en su lugar y ver las cosas desde su perspectiva para comprender su forma de ser y actuar. Y ten presente que liberar el juicio hacia los demás comienza por dejar de lado los autojuicios; así que no te juzgues y sé empático también contigo.
El Dalái Lama dice: "Mi religión es muy simple. Mi religión es la bondad". Pero mucha gente confunde la bondad genuina con actos que se realizan para agradar a los demás y obtener aprobación.
La bondad se trata de procurar el bienestar de los demás (por supuesto, sin dejar a un lado el propio) y también de no pensar y actuar de forma individual, sino con el bien colectivo en mente.
Para practicar la bondad, sé amable con los demás, ayuda a quien lo necesite y de acuerdo con tus posibilidades, regala una sonrisa, sé empático y brinda tu tiempo a quien lo requiera para escucharlo, apoyarlo o acompañarlo.
Cuando actúas con bondad, sus beneficios no sólo son para la persona a la que ayudas o con la que eres amable sino también para ti, pues la satisfacción de haber sido útil y de haber hecho un poco mejor el día de alguien te hará sentir una mayor plenitud, paz y alegría.
¿Cuántas veces has dejado de prestar atención a las personas a tu alrededor por mirar tus redes sociales, o en cuántas otras ocasiones has dejado de escuchar a quien está frente a ti por chatear con alguien que está lejos?
Para practicar la compasión es necesario que te mantengas presente con las personas con las que estás. Evita mirar tu teléfono en una reunión, ver la televisión mientras te hablan o prestar atención a cualquier otra cosa o persona que no sea con la que estás en ese momento.
Al hablar, procura hacer contacto visual, fíjate en el lenguaje corporal y procura escuchar más allá de las palabras para comprender lo que la otra persona realmente piensa y siente. Cuando estás verdaderamente presente, tu presencia tiende a ser experimentada como compasión.
Además, es importante que pongas en práctica la "escucha generosa", es decir, escuchar al otro con atención, sin juzgarlo y sin interrumpirlo, para así poder comprenderlo, en lugar de sólo pensar en lo que vas a responder o cómo vas a debatir lo que dice.
Este tipo de escucha es como una puerta de entrada a la compasión y una herramienta para la curación. Cuando escuchas generosamente a las personas, pueden escuchar la verdad en sí mismas, a menudo por primera vez. Y en el silencio de la escucha, también puedes reconocerte a ti mismo en los demás.
Las heridas del pasado que dejan secuelas emocionales pueden dificultarte ser compasivo, tanto contigo mismo como con los demás.
Si te aferras a un trauma no curado o a una herida que no ha sanado es probable que traumatices o hieras a otros sin querer, así como el niño abusado puede crecer para convertirse en un abusador.
Así que piensa cuáles son esas heridas que te impiden ser del todo compasivo y haz lo necesario para sanarlas, e incluso puedes recurrir al apoyo de un especialista (psicólogo, psiquiatra, terapeuta o guía espiritual) para tener una sanación interior profunda. Cuando haces el trabajo de curar tu psique y conectarte con tu alma, la compasión es una consecuencia que llega de forma natural.
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