La creatividad ha sido relacionada con la divinidad pues la primera es una consecuencia de la segunda, es decir, la capacidad de crear es algo que nos conecta con la trascendencia, esa fuerza vital detrás del velo de la ilusión. En palabras del filósofo estadounidense David Thoreau “El mundo no es más que un lienzo para nuestra imaginación” y en las últimas décadas la física cuántica ha admitido, no sin cierta sorpresa, que el mero acto de contemplar el mundo tiene un efecto sobre él, abriendo la puerta para que la humanidad finalmente comprenda la importancia que tiene aquello que llamamos conciencia sobre el universo que nos rodea. Pero los filósofos y científicos no son los únicos que contribuyen a la expansión de nuestra conciencia; los artistas también juegan un papel medular para contactarnos con la divinidad a través de la creatividad. Además el arte tiene un enorme potencial para contactarnos con aspectos de nuestra conciencia más allá del intelecto, como la intuición.

En resumidas cuentas el trabajo de los artistas es sumamente valioso, ya que refleja aspectos trascendentes de la naturaleza del mundo que nos rodea, quiénes somos, cómo nos relacionamos, qué sentimos y otros aspectos importantes de nuestra existencia. Desafortunadamente, en la actualidad los valores de nuestra sociedad favorecen el materialismo, de tal manera que la importancia de las profesiones suele asociarse con qué tan bien remuneradas son. Este razonamiento es falaz y no fomenta el equilibrio social ni el desarrollo de las personas pero ha logrado mucha penetración, así que con frecuencia no se considera el trabajo de los artistas de la misma manera que el de un abogado o un médico, sino como algo superfluo o de segunda categoría. Irónicamente los seres humanos tenemos una necesidad de experimentar belleza, de sentirnos unidos a otros seres y el mundo que nos rodea, de desarrollar capacidad para la introspección, reflexión y expresión de lo que percibimos como nuestro verdadero ser y todas esas cosas se pueden lograr a través del arte, de tal forma que apoyar los proyectos de los artistas locales se vuelve importante, tanto para la subsistencia de los artistas como para el desarrollo integral de la sociedad. Estas son cuatro sencillas maneras en las que puedes apoyar a tus artistas locales: 

1. Asiste a conciertos, exposiciones y otros eventos culturales 

Ir a eventos de artistas locales es una forma de crear un vínculo de intercambio con la comunidad de artistas que vive una realidad similar a la tuya y nutre de ello su obra. Además de pasar un buen rato, contribuyes a que los artistas y sus familias tengan una mejor calidad de vida y a que los proyectos independientes se vuelvan sustentables. 

2. Compra la mercancía directamente de los artistas

Muchos artistas locales distribuyen su propio trabajo, ya sean discos, cuadros, estatuas, playeras u otros tipos de memorabilia. Si les compras directamente, también estás contribuyendo a que este artista que tanto te gusta pueda continuar realizando su trabajo. 

3. Comparte

Los proyectos independientes con frecuencia no tienen el apoyo de industrias multinacionales capaces de financiar grandes producciones y desplegar gran cantidad de publicidad, de tal manera que necesitan de tu ayuda para lograr una mejor difusión de su trabajo. Si algo te gusta, compártelo con tus amigos y en tus redes sociales.

4. No les pidas que trabajen “gratis” 

Desafortunadamente hay quienes piensan que el trabajo de los artistas se remunera con exposición, así que no hay un pago por el trabajo de los artistas, porque “les están prestando el espacio o plataforma para mostrar su trabajo”. La cuestión es que los artistas también son personas con necesidades materiales y cuentas por pagar, de tal forma que si te gusta su trabajo no les pidas que lo hagan gratis. 

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Con información de The artist way de Julia Cameron