Los festivales de música son de los eventos multitudinarios que más contaminación por desechos y dióxido de carbono producen en apenas 1 o 2 días. La cantidad de gente que suele asistir a los festivales supera por miles la de cualquier otro evento de entretenimiento, y es fácil comprender que cada una de estas personas consume un par de bebidas y alimentos que generan basura, utiliza al menos una vez el baño y posiblemente lleve consigo algún producto que también genere desecho. Multiplicada por todos los asistentes, la cantidad de basura es enorme.
Afortunadamente, los festivales son conscientes de esta problemática y desde hace ya varios años se han tomado medidas ecológicas que buscan frenar (y en verdad lo están consiguiendo) el daño ecológico. Las medidas más efectivas son:
1) Vasos compostables. Muchísimos festivales en el mundo, y al menos hasta el momento dos en México (Corona Capital y Pa’l Norte), utilizan vasos 100% compostables para vender las cervezas y otras bebidas. Un vaso compostable no es lo mismo que un vaso biodegradable; la diferencia reside en que el compostable está hecho de fécula de maíz que, al ser desechada, se convierte fácilmente en composta.
2) Trueques de artículos promocionales. Festivales comprometidos con los ecosistemas, como Bahidorá en México y otros, tienen una divertida dinámica que consiste en cambiar cinco vasos por artículos como playeras, gorras o llaveros. Posteriormente, estos vasos se llevan a centros de reciclaje. Esto sin duda beneficia tanto al medioambiente como a las marcas que buscan hacerse promoción.
3) Regulación de decibeles. Otra forma de lastimar el ecosistema es por medio de la contaminación por ruido, pocas veces considerada. Por fortuna los festivales, expertos en trabajar con música y ruido en altos niveles, se someten a regulaciones ambientales y estatales de control de decibeles. Hasta el momento, en México la norma en festivales es no superar los 100db por más de 4 horas, en recintos de zonas urbanas.
4) Política mundial Leave No Trace. Uno de los festivales más grandes del mundo, el Burning Man en el desierto de Nevada, creó la política Leave No Trace ("No dejes rastro") que ya se ha extendido a todo el globo, en la que los asistentes hacen un compromiso personal y ético con no tirar basura y levantar toda la que se encuentren. Esto también incluye disminuir conscientemente las emisiones de dióxido de carbono. Es un acuerdo implícito entre todos y el objetivo es lograr que, una vez terminado el festival, parezca que nunca ocurrió.
Es cierto que aún falta mucho por hacer, pero estas iniciativas ya están generando cambios importantes en la manera en que un festival de música, y por lo tanto sus asistentes, respetan el medioambiente. ¿Ya conocías estas medidas ecológicas? ¿Has participado en ellas? Cuéntanos cuál ha sido tu experiencia asistiendo a festivales de música y si tienes ideas que puedan revolucionar el cuidado ecológico.