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¿Por qué viajar te hace sentir tan bien contigo mismo?

Marzo 08, 2018

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¿Por qué nos sentimos tan bien cuando viajamos? ¿Es la satisfacción de tomar esa fotografía de la Torre Eiffel? ¿Es la cantidad interminable de comida deliciosa (tal vez no siempre)? ¿Se trata de conocer personas de lugares nuevos y emocionantes?

 

O tal vez es algo en un nivel mucho más profundo que nos hace volver por más, presionándonos para ver más, comer más y aprender más. ¡Veamos las razones por las que viajar te hace sentir tan bien contigo mismo!

 

Viajar nos hace ser flexibles

Cualquiera que haya volado con una aerolínea de descuento entiende el significado de la palabra “paciencia”. El solo hecho de ir de un lugar a otro puede ser un obstáculo aparentemente insuperable, con retrasos en los vuelos, pérdida de equipaje, bajar en la parada de tren equivocada.

 

Incluso cuando estamos en casa y no viajamos, surge un problema y no nos desanimamos. Viajar nos enseña que si las cosas son un desafío o si todo sale mal tenemos que hacer un nuevo plan y seguir adelante sin dejar que esto afecte nuestro viaje, al menos no mucho.

 

Enfrentarnos a estas luchas nos hace sentir realizados y satisfechos, y estas historias de tránsito loco a menudo se convierten en las mejores.

 

Viajar nos permite confiar en el mundo

Las noticias tienen una forma de hacer que el mundo parezca un lugar aterrador. Si bien siempre debemos estar atentos a nuestro entorno y al clima de seguridad en ciertos países, la realidad es que incluso en lugares que parecen ser épicamente extranjeros o aterradores, lo más probable es que también exista mucha belleza.

 

Pero, ¿se siente bien confiar en tu instinto, aplastar los estereotipos y moverte a un lugar de comprensión y compasión, en lugar del miedo?

 

Claro, no te estoy diciendo que agarres tus botas y te vayas a la selva inexplorada de un lugar peligroso. Lo que digo es que gran parte de los viajes nos obliga a confiar en la bondad de los extraños.

 

Cuando solicites direcciones en la calle, recomendaciones para el mejor restaurante de comida local, o intercambies historias con nuevos amigos en un albergue, tienes que depender constantemente de otros, muchos de los cuales ni siquiera hablan tu mismo idioma.

 

Al cambiar dinero en un mercado, caminar en una calle desconocida o montarte en un autobús, es necesario confiar en la bondad de los demás.

 

Viajar nos permite confiar en nosotros mismos

¿Viajar a través del sistema de trenes de Polonia sin un mapa? ¿Regatear en un mercado extranjero o planear un itinerario de viaje para visitar tres países?

 

Viajar no sólo nos hace capaces de manejarnos a nosotros mismos; también nos permite llevar a cabo lo que pensamos. En los viajes, los baches son abundantes, y debemos ser capaces de resolver los problemas de la manera más rápida y creativa posible.

 

Perseguir nuestras pasiones y crear vidas significativas es lo que nos hace mejores. Vemos lo que sucede cuando se tiene una vida llena de responsabilidades y expectativas, a menudo las que nos ponen los demás, como nuestros padres o esa pequeña cosa llamada sociedad.

 

Viajar nos permite enamorarnos del aprendizaje

Viajar reaviva la sed de aprendizaje que alguna vez tuvimos cuando fuimos niños, cuando nos maravillamos de algo que nunca habíamos visto y giramos la cabeza para preguntarle con emoción a la persona de al lado, “¿qué es eso?”.

 

Viajar es, básicamente, un aprendizaje de experiencias sin fin. Los libros de historia son una cosa, pero explorar otro país vuelve a darle vida a las páginas de ese libro: aprendemos de museos y galerías, desde las esquinas de los cafés hasta el idioma de nuestro país de acogida.

 

Viajar nos reencuentra con la alegría de aprender, explorar por el bien de explorar, y saber que no tenemos que meter ciertos hechos y detalles en nuestra cabeza solamente para superar una prueba.

 

Podemos observar a nuestro propio ritmo, reflexionar como debemos y absorber lo que podamos, sin que sea algo impuesto. Es algo para nosotros y nadie más.

 

Cuando se viaja se encuentra lo mejor que existe dentro de nosotros y en los demás. Nos convertimos en la persona que deseábamos ser cuando éramos niños: un explorador abierto a conocer gente nueva y aprender cosas nuevas.

 

¿No sientes ganas de salir corriendo a empacar? ¡Yo creo que sí!

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