Los niños y los jóvenes son vulnerables al nuevo coronavirus, pero la enfermedad del COVID-19 parece ser menos grave en los niños que en algunos adultos mayores, y los científicos no están seguros del porqué.
Esta diferencia de edad de los casos graves se ha convertido en una cuestión crítica a medida que los científicos compiten para frenar la propagación del virus. Comienzan a surgir algunas pistas sobre este misterio y las respuestas podrían ayudar a establecer qué tipos de medidas de control de infección son realmente efectivas, así como señalar el camino hacia los tratamientos.
En Estados Unidos, los médicos dicen que han visto síntomas más leves, como fiebre y tos seca en los niños que visitan los consultorios, contrario a lo que sucede con los adultos, en quienes resultan ser mucho más graves.
En el hospital Seattle Children's, no vemos enfermedades graves en los niños, para nosotros es relativamente indistinguible de la gripe, pero no podemos distinguir la diferencia a menos de que hagamos una prueba.
(Janet Englund, profesora de enfermedades infecciones en la Universidad de Washington Seattle y médica en el Seattle Children's Hospital)
Los países que experimentaron brotes más extensos de COVID-19, incluidos China e Italia, han visto los peores impactos en adultos mayores, y la cantidad de personas hospitalizadas y fallecidas por la enfermedad aumenta con la edad. Los problemas de salud que ya tenían estas personas como presión arterial alta, un sistema inmunitario deprimido y diabetes también han empeorado los resultados entre los infectados.
Sin embargo, un pequeño porcentaje de personas más jóvenes, desde bebés hasta adultos jóvenes, también han sufrido daños graves.
Un estudio publicado en febrero en el Journal of the American Medical Association sobre más de 72 mil personas infectadas en China, mostró que sólo el 2% de los infectados en la muestra eran menores de 19 años. Del mismo modo, un informe de la OMS señaló que sólo el 2.4% de los infectados tenían 18 años o menos. De los jóvenes infectados, el 2.5% desarrolló una enfermedad grave y el 0.2% desarrolló una enfermedad crítica.
Pero este mismo informe también explica que "no es posible determinar el alcance de la infección entre los niños y qué papel juegan los mismos en la transmisión, si son menos susceptibles o si se presentan de manera diferente clínicamente (es decir, presentaciones más suaves de la enfermedad)". Es decir, a pocos niños se les realiza la prueba para el virus, por lo que todavía no hay mucha información buena sobre cuántos niños han comenado a infectarse en general. Por ello, es difícil medir la tasa de enfermedades graves para los jóvenes.
Si bien los niños parecen menos propensos a experimentar síntomas graves de COVID-19 que los adultos, el riesgo no es nulo. En un estudio que se publicó el 16 de marzo en la revista Pediatrics, realizado con más de 2 mil 100 niños en China, se encontró que niños de todas las edades eran vulnerables al COVID-19 y aunque la gran mayoría experimentó síntomas leves, algunos no experimentaron ninguno.
Una advertencia para este estudio es que sólo 1/3 de los niños en la muestra fueron realmente examinados y confirmados con COVID-19. El resto eran casos probables de COVID-19, lo que significa que existe la posibilidad de que otro patógeno pueda haber causado los síntomas en estos niños.
El mayor riesgo en bebés puede deberse a que éstos todavía fortalecen su sistema inmunológico. Cuando nace un bebé, retiene algo de resistencia a la infección gracias a los anticuerpos de su madre. Esa protección disminuye durante los primeros meses de vida a medida que el bebé desarrolla sus propias defensas. Al mismo tiempo, los bebés están expuestos a todo tipo de estímulos ambientales por primera vez: bacterias, polen y polvo, por ejemplo.
Para evitar que sus cuerpos reaccionen de forma exagerada a cosas inofensivas, sus reacciones inmunes se ven afectadas. "En general, el sistema inmunológico de los bebés es el que provoca pequeñas infecciones o gripes", dijo Bria Coates, profesora asistente de pediatría en la Universidad de Northwestern y médico asistente en el Hospital de Niños Ann & Robert H. Lurie de Chicago.
La prevención de infecciones es la mejor manera de proteger a todos, independientemente de la edad. Lavarse las manos, por ejemplo, es una táctica muy importante tanto para jóvenes como para mayores para controlar la propagación del coronavirus.
En todo el país, escuelas, colegios, oficinas y eventos deportivos se han cerrado para limitar la propagación de la infección. La cancelación de reuniones es un componente clave del distanciamiento social, al igual que la práctica de limitar la exposición a otras personas para controlar la propagación del virus. Muchas escuelas no tienen una fecha programada para reanudar.
Steven Zeichner, profesor de pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia, también hace énfasis en el hecho de mantener a los niños al día con sus vacunas y asegurarse de que reciban vacunas contra la gripe con regularidad. Si bien la vacuna contra la influenza no puede prevenir el COVID-19, sí puede prevenir la influenza, lo que a su vez reduce el estrés en el sistema de atención médica y en las familias.
Si sospechas que tu hijo puede estar infectado con COVID-19, lo mejor que puedes hacer es llamar a tu médico para que te asesore. Englund señala que los padres deben buscar atención médica si notan que el niño tiene problemas para respirar pues eso, ciertamente, debe ser revisado con urgencia.
Con información de Vox