Desde diciembre, el coronavirus ha sido uno de los temas que más tiempo y espacio ocupan en los medios informativos. Por una parte eso está bien, ya que es necesario e importante que las personas se mantengan informadas y alerta para prevenir la proliferación de dicha enfermedad.
Sin embargo, muchas veces ese mismo exceso de información crea un efecto contrario, en el que tanto bombardeo de datos y cifras mezclados con rumores se vuelve contraproducente y sólo contribuye a fomentar el miedo, la preocupación y la ansiedad colectiva.
Si no se le frena, ese miedo puede crecer hasta convertirse en un trastorno obsesivo compulsivo o pánico, lo cual puede afectar la calidad de vida de quien lo padece. El miedo puede interferir en la vida diaria y, lo peor, en algunos lugares ya ha ocasionado problemas de xenofobia contra la población asiática, lo cual se vuelve mucho más peligroso que la enfermedad misma.
Para evitar esto, es importante mantenerse informado a través de fuentes confiables, no caer en rumores y seguir las recomendaciones de prevención, que en realidad son bastante simples y son cosas que se deberían hacer siempre, no sólo cuando existe alguna amenaza.
Dichas recomendaciones incluyen mantener una buena higiene personal y de los espacios y objetos de uso común; lavarse bien las manos y hacerlo con frecuencia, sobre todo después de estar en la calle o de tocar objetos o superficies con los que más personas tengan contacto; evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca; y cubrir boca y nariz al toser o estornudar, ya sea con la parte interna del brazo o con un pañuelo desechable que deberá tirarse de inmediato. Adicionalmente, se recomienda el uso de cubrebocas al estar en espacios públiso y procurar salir de casa sólo para lo esencial.
Parte del miedo surge porque en las noticias sólo se habla del número de personas contagiadas y de las muertes que esta enfermedad ha ocasionado, pero no se menciona cuántas de las personas que han enfermado se han curado.
Pero, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, la mayoría de las personas (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, por lo que no hay que entrar en pánico. Sólo una de cada seis personas (alrededor del 17%) desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar. Y solamente alrededor del 2% de las personas que han contraído la enfermedad han muerto.
Por eso, evita las noticias amarillistas que únicamente crean pánico, no caigas en rumores y busca informarte en fuentes oficiales y confiables, como los canales de la OMS si buscas información general y global, o de la Secretaría de Salud para el caso específico de México.
La información puede ser tranquilizadora si se basa en hechos y muestra todas las caras de lo que ocurre, no sólo lo más trágico. A menudo es la intolerancia a la incertidumbre lo que perpetúa la ansiedad, más que el miedo a la enfermedad misma.
También toma en cuenta que si te encuentras saludable, es muy poco probable que te enfermes, y si llegaras a contraer la enfermedad, tus defensas actuarían y la combatirían tal y como sucede con las gripes y resfriados.
Los grupos que están en un mayor riesgo de que la enfermedad del coronavirus llegue a etapas graves son las personas mayores que padecen otras enfermedades, como hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes, ya que sus sistemas inmunológicos se encuentran debilitados y su mismo estado de salud los hace más vulnerables. En dichos casos, la prevención es fundamental.
Para evitar la ansiedad, también es importante que no te sugestiones ni te crees en la mente síntomas que en realidad no tienes o que ni siquiera están relacionados con el coronavirus.
Trata de no enfocar tus pensamientos en este tema, lleva a cabo normalmente tus actividades diarias e incluye actividades que mantengan tu mente en el aquí y el ahora, como meditación, salir a caminar, hacer ejercicio, escuchar música, tejer, hacer alguna manualidad, dibujar, colorear… Opciones hay muchas, tú conoces tu mente y sabes lo que la hace calmarse y estar en el presente.
En momentos de estrés y ansiedad, la hiperventilación y la respiración superficial son comunes. Por lo tanto, una respiración consciente y rítmica puede funcionar para tranquilizarte y prevenir el inicio del pánico y los síntomas físicos desagradables asociados con la ansiedad.
Algo muy importante es que, aunque la recomendación es permanecer en casa lo más posible, no te aísles. Las relaciones personales son cruciales para mantener la perspectiva, elevar el estado de ánimo y permitir la distracción lejos de lo que te preocupa. Así que mantén el contacto con tus seres queridos, aunque por ahora no puedan verse ni abrazarse, pues una charla con esas personas importantes puede mejorar tu día y elevar tu ánimo.
El mundo se ha unido para hacer frente a esta nueva amenaza de salud, pero la angustia psicológica y el pánico generalizado no tienen que ser parte de esta experiencia.
Continuar con tus rutinas, mantener una perspectiva objetiva y reducir el estrés innecesario es clave para el bienestar mental y emocional. Así que mantén la calma, no te estreses ni te asustes, infórmate bien, mantén una buena higiene y continúa con tu vida lo más normal que sea posible.
Con información de Science Alert