Por más que quieras alejarte del pánico que se vive hoy en día alrededor de este nuevo virus, es casi imposible hacerlo. Las noticias diario hablan de ello, las redes sociales, los influencers, etcétera. Es sin duda uno de los temas más importantes en el mundo. ¿Pero en realidad es tan bueno sumergirte en esa burbuja de preocupación? Recuerda que evitar el estrés es uno de los factores clave para que tu sistema inmunlógico esté fuerte; entre más estrés, menos defensas.

Lo mejor que puedes hacer es informarte mediante fuentes confiables, llevar a cabo las medidas preventivas y en lugar de esparcir el caos, mantener la calma y compartir tu información con los demás.

Además de todo esto, la práctica de mindfulness puede ser tu gran aliada. Recuerda que esta disciplina se trata de concentrarte en el aquí y el ahora.

Reconoce ese momento en el que te llenas de miedo por todo lo que lees o ves en las noticias. Puede ser que te haya llevado ya a perderte varias reuniones familiares o a comprar todo un arsenal de gel antibacterial. Usa ese momento para reflexionar acerca de tus actos, no te dejes llevar.

Otra forma de practicar la atención plena es darte cuenta de las pequeñas cosas que haces en tu día a día que pueden tener una influencia en que te contagies o no. Por ejemplo, una de las recomendaciones más sencillas es que no te toques la cara. Así que date cuenta de cuántas veces lo haces y trata de cambiar ese hábito.

Asimismo, puedes recordarle a tu mente que lavarse las manos es un hábito que debería ser parte de tu vida, con o sin virus. Así que también la práctica consciente de estas pequeñas acciones te ayudará a ti y tu comunidad.

Y si sientes que el pánico te desborda…

Puedes implementar ejercicios de mindfulness con tu respiración y cuerpo para regresar a tu centro y no dejarte llevar por las emociones.

• Reconoce qué siente tu cuerpo. 
• Cierra tus ojos si te es posible.
• Escanea brevemente cada parte de tu cuerpo.
• Comienza por tu pie derecho hasta llegar a la parte superior de tus hombros.
• Después ve con tu pie izquierdo hasta llegar a tu hombro izquierdo.
• Posteriormente, ve hacia tu cuello, tu mandíbula, tus labios, tu nariz; recorre toda tu cara hasta que llegues a la coronilla.
• Date permiso de sentir todo, respira, y con cada exhalación suelta todo aquello que no necesitas.