La dieta yóguica es una parte integral del estilo de vida del yoga, ya que está pensada para complementar y apoyar la práctica y los principios yóguicos.
Basada en los conceptos de la filosofía yóguica, esta dieta no solo se enfoca en la nutrición física sino también en el bienestar espiritual y emocional. Su objetivo es crear armonía y equilibrio entre el cuerpo, la mente y el espíritu, fomentando un estado de salud holístico.
Los siguientes son los principios fundamentales de la dieta yóguica:
Sattva se traduce comúnmente como "pureza" o "armonía" y la dieta yóguica se basa en alimentos sáttvicos, que se consideran puros, limpios y saludables. Esto incluye alimentos que son frescos, nutritivos, ligeros y puros, como frutas frescas, verduras, legumbres, granos integrales, nueces, semillas y algunos productos lácteos frescos como el yogurt. Estos productos se consideran beneficiosos para el cuerpo y la mente, pues apoyan la claridad mental, aumentan la felicidad y la serenidad.
La mayoría de los yoguis optan por una dieta vegetariana o vegana, ya que evitan la carne y otros productos animales por razones éticas, espirituales y de salud. Este enfoque se alinea con el principio yóguico de ahimsa, o no violencia, que promueve la paz y la no violencia hacia todos los seres vivos, así como el respeto hacia todas las formas de vida.
Se prefieren los alimentos frescos, orgánicos y de temporada sobre los productos procesados, artificiales y modificados. Los alimentos frescos retienen más prana (energía vital) y nutrientes, lo que es esencial para mantener la vitalidad y la salud.
Los alimentos rajásicos (que fomentan la actividad y la inquietud) incluyen café, té negro, chocolates y cualquier cosa que sea demasiado amarga, ácida, seca, salada o picante. Los alimentos tamásicos (que inducen la inercia y la pereza) incluyen carne, alcohol, tabaco, cebolla, ajo y alimentos fermentados. Estos alimentos se evitan en la dieta yóguica porque pueden perturbar la mente y obstaculizar la práctica espiritual.
El concepto de mitahara (moderación en la dieta) es crucial en la dieta yóguica. Se recomienda comer hasta que el estómago esté lleno en un 75% (50% sólidos, 25% líquidos, y dejando 25% de espacio para la digestión óptima). Esto ayuda a evitar la sobrealimentación y apoya la agilidad física y la claridad mental.
El entorno en el que se come también es importante. Comer en un estado de calma y gratitud, preferiblemente en un entorno sereno y silencioso, puede mejorar la digestión y la asimilación de los alimentos, así como nutrir el bienestar general.
En la dieta yóguica se alienta a comer siguiendo los ritmos naturales del cuerpo y en sincronía con los ciclos del sol, lo que significa consumir una comida sustancial durante el día cuando el sol está alto (almuerzo) y una cena más ligera.
La dieta yóguica va más allá de la simple nutrición física, al integrar aspectos espirituales y éticos que promueven un estilo de vida equilibrado y consciente. Adoptar una dieta yóguica puede llevar a una mayor paz interior, mejora de la salud y bienestar integral, para así alinear el cuerpo y la mente con los principios más elevados del yoga.