En ciertas ocasiones cuando sentimos necesidad de algo que nos reconforte, especialmente durante un momento estresante, recurrimos a la comida chatarra. No siempre está mal, también es necesario consentirnos y dejarlo fluir, pero estos alimentos pueden desencadenar algo grave en nuestra salud.
En un estudio realizado con ratas y publicado en la revista Biological Research, se realizaron dos grupos, la mitad recibió una dieta estándar, con un contenido de grasas de alrededor del 11%. Las otras, una dieta rica en grasas, con un contenido de grasas del 45%, compuesta sobre todo por grasas saturadas procedentes de productos animales. Para tener una idea más certera sobre los resultados, considera que la dieta común promedio de los norteamericanos ronda el 36%.
Entre las diferencias más alarmantes, después de nueve semanas de dieta, fue la diferencia bacteriana en la flora intestinal, además del aumento de peso en las que tuvieron una dieta rica en grasas. Por regla general, tener una gran diversidad bacteriana en esa zona del cuerpo no suele acarrear problemas, mientras que tener una baja diversidad bacteriana sí suele acarrearlos.
El grupo que fue alimentado con la dieta rica en grasas también mostró una mayor expresión de tres genes implicados en la producción y señalización del neurotransmisor serotonina, que se asocia con el estrés y la ansiedad.
Aunque la serotonina suele considerarse una sustancia química cerebral que nos hace sentir bien, ciertos subconjuntos de neuronas serotoninérgicas pueden, cuando se activan, provocar respuestas similares a la ansiedad en los animales.
En resumen, los resultados del estudio sugieren que una dieta rica en grasas altera problemáticamente la población de bacterias residentes en el intestino, modifica el comportamiento del individuo y, a través de una compleja vía que conecta el intestino con el cerebro, influye en la liberación de algunas sustancias químicas cerebrales de forma que alimentan la ansiedad.
Aunque la "comida chatarra" es frecuentemente culpada por promover el sobrepeso y la obesidad, junto con los problemas metabólicos derivados de ello, el nuevo estudio va mucho más allá, y ahora los consumidores de este tipo de productos deberán ser también conscientes de que afectan al cerebro de un modo que puede promover la ansiedad.
Con información de noticiasdelaciencia.com