La mayoría de las cocinas los tienen, no hay duda. Los alimentos procesados son útiles, no hay por qué negarlo, pues pueden ahorrar tiempo al preparar las comidas, y además algunos prometen estar fortificados y aportar nutrientes importantes que de otra manera no se pueden obtener. Una de sus importantes ventajas es el precio, sobre todo porque consumir ciertos ingredientes naturales representa un gasto mayor en la economía de muchos hogares donde el gasto está limitado.
Desde un punto de vista nutricional, los alimentos procesados pueden proporcionar nutrientes clave. Una publicación de la Escuela de Salud de Harvard explica que algunos nutrientes, como la proteína, se retienen naturalmente durante el procesamiento, y otros como las vitaminas B y el hierro pueden volver a agregarse si se pierden durante el procesamiento. Las frutas y verduras que se congelan rápidamente después de la cosecha pueden conservar la mayoría de la vitamina C.
La publicación señala que a lo largo de la historia, los alimentos enriquecidos con nutrientes específicos han prevenido las deficiencias y los problemas de salud relacionados en ciertas poblaciones. Los ejemplos incluyen cereales infantiles fortificados con hierro y vitaminas B para prevenir la anemia, leche fortificada con vitamina D para prevenir el raquitismo (falta de calcio y fósforo), harina de trigo fortificada con ácido fólico para prevenir defectos de nacimiento y yodo agregado a la sal para prevenir el bocio, que es el agrandamiento de la glándula tiroides.
El procesamiento mediante ciertos métodos, como la pasteurización, la cocción y el secado, puede destruir o inhibir el crecimiento de bacterias dañinas. Los aditivos, como los emulsionantes, conservan la textura de los alimentos (por ejemplo, esto evita que la mantequilla de cacahuate se separe en partes sólidas y líquidas). Otras funciones del procesamiento incluyen retrasar el deterioro de los alimentos y preservar las cualidades sensoriales deseables de la comida (sabor, textura, aroma, apariencia), sin mencionar que preparar una comida completa es posible en mucho menos tiempo y en la actualidad la mayoría de las personas prefiere esto.
Pero el procesamiento de alimentos también tiene inconvenientes. Según el grado de procesamiento, muchos nutrientes pueden ser destruidos o eliminados. Quitar las cáscaras de frutas, verduras y granos enteros puede eliminar los nutrientes de las plantas (fitoquímicos) y la fibra. Calentar o secar los alimentos puede destruir ciertas vitaminas y minerales. Aunque los fabricantes de alimentos pueden agregar algunos de los nutrientes perdidos, es imposible recrear el aporte de los alimentos en su forma original.
Para decidir si incluir o no un alimento procesado en tu dieta, puede ser útil evaluar su contenido nutricional y su efecto a largo plazo en tu salud. Un alimento procesado que contiene una proporción desigual de calorías y nutrientes se considera poco saludable. Por ejemplo, en una investigación de Cambridge se asoció un alto consumo de bebidas azucaradas con un mayor riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades del corazón.
Sin embargo hay algunos alimentos procesados que contienen nutrientes importantes para tu salud, como el aceite de oliva o la avena, que se han relacionado con tasas más bajas de dichas enfermedades crónicas. Y al final, en este caso aplica como en todo: los excesos siempre son malos. Si los consumes con moderación y sabiamente, está bien; el problema está cuando caes en excesos y basas tu dieta por completo en comida procesada y llena de ingredientes químicos o conservadores.
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