Los minerales son nutrientes que el cuerpo humano necesita en cantidades relativamente pequeñas para realizar diversos procesos. Sus principales funciones son: ayudar al crecimiento de huesos y dientes sanos, controlar los fluidos dentro y fuera de las células y convertir los alimentos en energía.
Los minerales se dividen en dos grupos: macrominerales y oligoelementos. Los macrominerales son las sustancias inorgánicas que se encuentran en los alimentos, tanto vegetales como animales. Los oligoelementos son elementos químicos que se encuentran en muy pocas cantidades en las células de todos los seres vivos, son esenciales para el desarrollo óptimo del metabolismo.
De acuerdo con el Dr. Axe, los minerales que necesita tu cuerpo son: sodio, hierro, potasio, calcio, cloruro, magnesio y fósforo. Todos los puedes encontrar en alimentos y también puedes consumirlos en forma de suplementos. Pero lo ideal es que lo hagas mediante una dieta balanceada, variada, rica en alimentos nutritivos y lo más libre posible de comidas procesadas.
El calcio es, sin duda, esencial para que tus huesos estén sanos; el 99% del mismo está en tus huesos y dientes. Sin embargo, no solamente es necesario para esto, también lo necesitas para la función del sistema nervioso y el movimiento de la sangre por el cuerpo.
Lo puedes encontrar naturalmente en productos lácteos, sardinas y salmón.
Contrario a lo que se dice acerca del impacto negativo que puede tener el sodio sobre tu presión, en realidad es muy importante para la salud de tu cuerpo. El sodio ayuda a regular el equilibrio entre fluidos y sangre, mientras mantiene sanos tus músculos y nervios. Sí, es cierto que se debe consumir de forma moderada, porque un exceso del mismo puede ser dañino en algunas personas.
Lo puedes incluir en tu dieta mediante semillas, nueces, vegetales, carnes, granos y legumbres.
Es un electrolito esencial que ayuda a mantener el equilibrio entre fluidos y sangre. Asimismo, es necesario para las contracciones musculares, la salud de tu corazón, y regula el pH de tu sangre para que no se vuelva muy ácida.
Para consumir más potasio incluye en tu dieta plátano, jitomate, papa, aguacate, salmón y camote.
El hierro es un componente importante de la hemoglobina, la sustancia en los glóbulos rojos que transporta el oxígeno de los pulmones hacia todo el cuerpo. La hemoglobina representa aproximadamente 2/3 del hierro del cuerpo. Si no tienes suficiente hierro, tu cuerpo no puede producir suficientes glóbulos rojos saludables que transporten oxígeno. La falta de glóbulos rojos se denomina anemia ferropenia.
Lo puedes encontrar en: espinacas, moluscos, hígado u otros órganos, legumbres, carne roja, semillas de calabaza, quinoa, pavo, tofu y chocolate amargo.
Este mineral es necesario para al menos 300 procesos en tu cuerpo, desde el metabolismo de la comida hasta la síntesis de proteínas y la transmisión de impulsos nerviosos. Es vital para la función correcta de cientos de enzimas. Consumir niveles adecuados de magnesio te ayudará a reducir los síntomas del síndrome premenstrual. Tomar suplementos de magnesio está relacionado con una reducción de los niveles de estrés, ansiedad, dolores musculares e insomnio, por mencionar algunos.
Encuentra el magnesio en: almendras, espinaca, brócoli, avena, camarones, crema de cacahuate, leche, arroz integral y plátanos.
Es necesario para regular el ácido estomacal y para que exista un equilibrio correcto de los fluidos en el cuerpo.
Las principales fuentes de cloruro son: sal, salsa de soya, lácteos, carnes, granos, coco deshidratado y huevos, por mencionar algunos.
El fósforo es el segundo mineral más abundante en todo tu cuerpo. Se encuentra en cada una de tus células y su función principal es mantener la salud de tus dientes y huesos. También es parte esencial para que tu cuerpo pueda convertir los carbohidratos en energía. El fósforo funciona en conjunto con las vitaminas del complejo B. De la misma manera es necesario para que tus riñones funcionen bien y tus señales nerviosas se conecten adecuadamente.
Lo puedes consumir en carne roja, pollo, pescado, nueces, frijoles y productos lácteos.