Para empezar, debemos saber que el nervio vago es uno de los doce nervios craneales. Nace de la base del cráneo (la parte que se une con el cuello) y baja por la faringe, la tráquea, los bronquios, el corazón, el estómago y el páncreas, hasta llegar al hígado. Su función principal, mas no la única, es la de dar sensibilidad a todos estos órganos e intercambiar información entre ellos y el cerebro.
A este nervio también se le conoce como “el nervio de la compasión” ya que es el responsable de las sensaciones “calurosas” que sentimos cuando abrazamos a alguien o cuando algo nos conmueve o provoca ternura. Esto se debe a que el nervio vago produce acetilcolina, un neurotransmisor asociado al estado de tranquilidad.
La acetilcolina es usada por el nervio vago para mandar mensajes de relajación a los órganos del cuerpo. También se ha demostrado médicamente que funciona como un desinflamatorio natural. Entonces, estimulando conscientemente el nervio vago pueden producirse efectos de tranquilidad y paz interior que contrarrestan las molestias y “ardores” del estrés o la ansiedad.
Existen varias maneras de estimulación para que se produzcan las sensaciones de bienestar, por ejemplo, escuchando piezas musicales que nos gusten y nos hagan estremecer; ese estremecimiento es resultado de la activación del nervio vago. De igual manera, las “corazonadas” o intuiciones casi instintivas son producto de una estimulación emocional de este tipo.
La forma más efectiva de encontrar un punto de paz interior a través de la estimulación del nervio es mediante técnicas de respiración y meditación. La respiración abdominal o diafragmática es la indicada, significa inhalar por la nariz expandiendo la caja torácica lo más posible para llenarla de aire, mantenerlo ahí algunos segundos y después exhalar todo lo posible, presionando el diafragma. El ritmo y tiempo de cada respiración también es importante: lo ideal es hacer series de 5 o 6 respiraciones y tomar entre 7 y 8 segundos entre cada inhalación y exhalación. El nervio se estimula durante la exhalación, por eso hay que poner énfasis en la presión diafragmática al expulsar el aire. Este ejercicio de respiración puede acompañarse de meditación y pensamientos positivos que nos ayuden a encontrar calma y armonía, sobre todo cuando hemos estado sometidos a largos e intensos periodos de estrés y ansiedad.
Esta es la explicación científica de los efectos positivos que produce la meditación y los ejercicios respiratorios en el cuerpo humano. Si incluyes esto a tu rutina cotidiana no sólo estarás contrarrestando la negatividad del estrés sino que también ayudarás a tu cuerpo a regenerarse más rápidamente y encontrar puntos de equilibrio que llegan hasta un nivel celular.