La gran cantidad de productos que se anuncian como libres de gluten o aptos para celíacos, o que incluyen advertencias sobre posibles alérgenos, va en aumento. Esto se suma a los pasillos de farmacias cuyos anaqueles están repletos de antihistamínicos y otros medicamentos que atacan desde reacciones alérgicas leves hasta severas y que abarcan síntomas reflejados ya sea en la piel o en vías respiratorias, en ojos y más. Todo esto nos hace pensar que el número de personas alérgicas a cuestiones ambientales y/o alimenticias está incrementándose, pero también nos hace dudar sobre si las alergias son psicosomáticas, si se adquieren con el tiempo, si se nace con ellas o si son reflejo de nuestras costumbres actuales y de un medio ambiente cada vez más contaminado.
Existe, en primer lugar, la idea de que una alergia es adquirida y que primero es necesario exponerse al agente que la causa para determinar que se es alérgico. Por otra parte, la teoría que defiende que nacemos alérgicos a ciertos elementos proviene de que cada vez hay más bebés con alergias, y esto se podría explicar considerando la exposición de la madre a una serie de agentes y a ciertos ambientes que incluyen esos alérgenos que afectan al bebé en su gestación.
Entonces, se podría decir que hay cierta predisposición genética a padecer una alergia, pero esto no significa que las alergias sean innatas sino que se disparan a partir de la exposición a un ambiente o agente, y esta exposición puede darse en edad temprana o a edad más avanzada.
Algo que los científicos han encontrado es que ciertos factores que han cambiado mucho a lo largo de los últimos años pueden acelerar la aparición de alergias e intensificar las reacciones. Entre ellos, el más importante es la contaminación. Este es uno de los factores que más daño causa en la salud, sobre todo en quienes viven en las grandes ciudades. Según los expertos, nuestro cuerpo responde ante la contaminación de tres maneras: a través de estornudos, padeciendo agotamiento físico o presentando síntomas de enfermedades como alergias, problemas respiratorios, reacciones cutáneas e incluso cáncer.
Otro aspecto ambiental importante en la aparición de alergias es el de los jardines urbanos. Debido a que las plantaciones creadas muchas veces incluyen especies de flores y plantas ajenas al entorno citadino en el que se insertan, las personas habituadas a las grandes urbes no suelen estar expuestas a ellas y de ahí que desarrollen alergias, sobre todo por la gran cantidad de polen que producen.
El conflicto está en que con la intención de hacer ciudades más verdes, no se ha considerado hacer una planeación adecuada del tipo de plantas que se deben incluir para evitar aquellas que producen más alergias. Aunado a ello, se debería considerar que las plantas también sufren por los contaminantes y, de acuerdo con algunos estudios, al tratar de protegerse de las sequías, bajas temperaturas, bacterias, virus y hongos, reaccionan de manera defensiva produciendo proteínas de estrés que tienen un efecto sobre la alergenicidad del polen, aumentándola.
Finalmente, uno de los puntos que ha generado más controversia es el de la sobreprotección de los bebés (evitar su exposición al viento, al frío o a la lluvia o evitar el contacto con mascotas u otras personas), la higiene obsesiva y el uso exagerado de químicos bactericidas. Esto puede impedir que el cuerpo cultive bacterias productoras de defensas que ayuden a combatir los alérgenos.
Como lección, la mejor manera de prevenir el desarrollo de alergias a las que estamos genéticamente predispuestos es mantener un equilibrio con nuestro entorno y con nuestro cuerpo, así como ayudar a mejorar el medio ambiente.