Nunca ha habido duda de que la obesidad es un gran problema de salud, no sólo a escala personal sino también a escala pública, pues el gobierno y las instituciones de salud invierten cantidades enormes de recursos en programas de concientización y tratamientos para personas con enfermedades por el sobrepeso o la obesidad, lo que se ha traducido en un gasto público mayor. Por desgracia, hay otro padecimiento (o conjunto de padecimientos) que en los últimos años ha desplazado gradualmente al problema de la obesidad: las afecciones psicológicas y emocionales ocasionadas por la soledad.
Hay que hacer una diferencia entre las personas que por voluntad han decidido alejarse del contacto con parejas, amigos o familiares y se sienten bien al respecto, y entre las que por cualquier circunstancia ajena a ellos experimentan soledad constante, ya sea por no tener familia y amigos o por problemas profundos de socialización.
Los problemas que puede traer consigo esa soledad son psicológicos y emocionales. El principal y más grave de todos, y del cual puede desprenderse el resto, es la depresión. La depresión es un estado anímico de apatía y tristeza profunda, acompañadas de sentimientos de angustia y vulnerabilidad que pueden convertirse en problemas físicos, ya que el sistema inmunológico pierde fortaleza y permite que las enfermedades ingresen al cuerpo.
Aunado a esto, la depresión por soledad también puede traer problemas alimenticios de malnutrición debido a la pérdida de apetito, al igual que desórdenes del sueño y en consecuencia, deficiencias en el descanso. También, las personas deprimidas pueden tener problemas en el trabajo y eventualmente perderlo. Asimismo, los trastornos en el sistema nervioso aumentan el riesgo de padecer ataques cerebrovasculares.
En México (principalmente en la CDMX) los problemas nerviosos y psicológicos causados por la soledad han crecido de manera exponencial en la última década y ahora igualan (y en ocasiones superan) a las enfermedades cardiovasculares o de hipertensión y diabetes que genera la obesidad. Esto se refleja en los gastos que las instituciones de salud mental y de terapia psicológica registraron en el último censo del 2017.
En gran medida, el ritmo acelerado de la ciudad, así como las nuevas dinámicas de interacción social (que favorece el uso de las redes sociales digitales por encima de las interacciones frente a frente), han contribuido a acentuar el problema del aislamiento y la soledad. Sin lugar a dudas, una vez que se tiene conciencia de esto, es más sencillo evitar las prácticas que segregan lentamente a la sociedad mexicana.