Para bien o para mal, dirían algunos —en mi caso solo sé que es perfecto para cada persona— la vibración actúa a tal nivel dentro y fuera de ti que recibirás exactamente la misma frecuencia de onda que estés emitiendo. De aquí viene la frase tan sonada “¿Y tú qué onda?”, pero no prestamos atención real y consciente a esto, que sólo se ha reducido a un saludo informal…
¿Realmente puedes entender este concepto? Qué tal un ejemplo: Imagínate que te preguntaran "¿Tú qué onda?" y tu respuesta fuera la siguiente: "Yo estoy perfecto, en contacto con Dios y el universo, en sincronía con la vida y el universo, totalmente consciente de mi parte oscura, como mi parte de luz, en un punto de equilibrio sin dualidad, sintiéndome completo estando solo o acompañado, en unidad divina con todo y el todo". ¿Qué opiniones al respecto? Pero la respuesta es “Bien”. Sí, así, a secas, o a veces tenernos un “superbien”, y por ahí están los “Chido” o “A toda madre”, entre otras… ¿Y tú cómo deseas estar de corazón?
Aquí está la clave frente a ti. Los sentimientos que te muevan por dentro cuando estás dando algo a los demás condicionan lo que el universo te devuelve. El universo es un espejo y te da lo que muestras, debido a que hay una conexión invisible, pero muy poderosa, entre cada uno de nosotros, el universo y lo que llamamos comunmente suerte. En realidad todos nacemos con una estrella que está dentro de nosotros y en general siempre estamos buscándola allá afuera; la “dificultad” está en descubrirla y potenciarla, y de esta manera podremos vibrar más alto. Olvida esa creencia que dice “Pa' qué soy bueno”; mejor pregunta: ¿Qué es lo que me hace vibrar alto, lo que me apasiona, que sea justo para mí y para los demás, sin que afecte negativamente al universo y a los que me rodean?
En sonoterapia podemos poner las palabras anteriores de la siguiente manera:
Sólo tú puedes realizar la obra de arte que hay en ti. De otro modo, ya nadie podría hacer esa obra y se perdería para siempre. Las buenas canciones no serían nada sin las adecuadas pausas entre sus notas. Es importante combinar sabiamente la acción con la no acción. Nuestros descansos deben ser tan sagrados como nuestras acciones.
El sonido es un excelente catalizador para entrar a esa parte por ser descubierta, aquello que llevas dentro, “tu estrella”, como hemos mencionado antes y como lo hacen saber los científicos y universidades de alto prestigio, así como nuestros sabios antepasados de diferentes culturas.
Los cuencos del Himalaya, la sansula, la tabla o el handpan son instrumentos que se convierten en una herramienta que aumenta tu vibración al escucharlos y, todavía mucho mejor, cuando tú haces música con estos instrumentos. Te invito a hacer un cambio en lo que escuchas por tan sólo 1 mes y que después de ese mes les preguntes a las personas cercanas a ti si te perciben diferente. ¡Inténtalo!